Tuesday, November 30, 2004

Entrevista a John Gray

Lluís Amiguet: “En Iraq nos lo jugamos todo y vamos a perder”
La Vanguardia, 30/11/2004.

Sin Cruzadas
John Gray me deja acongojado porque la suya no es la consabida diatriba antiyanqui de los intelectuales gauchistas. Gray fue un conservador thatcheriano por convencido anticomunista y es autor de descreídos pero lúcidos ensayos como Falso amanecer en las cruzadas idealistas. La democracia no se implanta por las armas, sino que llegar a ella lleva siglos de autogobierno. Nos hizo falta humildad en el Este y el resultado hoy es Putin y Ucrania. Del mismo modo, en Iraq los neocruzados enviaron a los marines a imponer su democracia. La consecuencia de ese error será peor para todos y la derrota más dolorosa.

John Gray, politólogo
Tengo 56 años. Nací en el sudeste de Inglaterra. Enseñé en Oxford y ahora soy profesor de Pensamiento Europeo en la London School of Economics. Fui thatcheriano, pero hoy mi único partido es mi capacidad de análisis.He disertado en la Fundació La Caixa sobre el infamante regreso de la tortura asumida como mal menor inevitable.


—Usted fue un thacheriano que...

—Ahora quiero hablar de Iraq: nos lo jugamos todo allí y vamos a perder.

—Pero...

—Y lo peor es que las terribles consecuencias de esa derrota apenas las vislumbran los más realistas.

—Pero la guerra no ha acabado.

—Ya está perdida. Y, cuando se consume nuestra derrota, el caos se apoderará de todo el golfo Pérsico, que es hoy la única gran reserva de petróleo barato del planeta y el gran eje de toda la economía mundial. Por eso Iraq no será Vietnam, será muchísimo peor para todos. ¿Sabe por qué?

—¿?

—En Vietnam no había petróleo. El abandono de Vietnam no sumió a la economía mundial en un pozo sin fondo.

—Bueno, bueno...

—Cuando se vayan los marines, Al Qaeda proclamará su victoria, la mayor jamás alcanzada por ningún ejército árabe o islámico, y nada impedirá después que los islamistas más radicales se hagan con el control del Golfo: Arabia Saudí, Kuwait, los Emiratos...

—Me está usted preocupando.

—Preocúpese. Esos regímenes del Golfo son frágiles como castillos de naipes y caerán arrasados por el huracán radical. El caos se adueñará de la zona y no habrá interlocutores válidos para entenderse. Lo que pasa hoy en Iraq pasará pronto en todo el Golfo.

—Hay otras zonas en caos crónico en el mundo y, en fin, el caos sólo lo sufren ellos.

—Sí, pero no tienen petróleo. ¿Recuerda que juraron que si apoyábamos la guerra, el petróleo bajaría de precio? Toda la economía mundial paga ya esa guerra, pero es que apenas hemos empezado a costearla.

—A lo mejor da tiempo a instaurar un gobierno legítimo y más o menos estable.

—No dará tiempo.

—Pero, ¿por qué?

—Precisamente porque, igual que usted y yo sabemos que EE.UU. tiene que irse, lo saben los iraquíes y... ¿usted se jugaría la vida y la de su familia apoyando a un gobierno títere de una potencia a punto de retirarse?

—Sería tonto.

—Entonces, ¿cómo EE.UU. va a constituir un poder estable si no hay ningún colaboracionista fiable? ¡Están desertando en masa!

—Lo pone usted muy mal.

—Y no sólo los iraquíes no quieren colaborar. ¡Hasta los polacos anuncian su retirada! Y eso que es el país más proamericano del planeta. Aquello es insostenible. Es una pantomima y el Pentágono lo sabe.

—Pero van controlando el país...

—¿Cómo lo sabe usted? Y, aun si la información fuera fiable, ¿hasta cuándo?

—Tal vez los de Al Qaeda no sean tantos ni tan temibles. Tal vez sean eliminables.

—Afganistán fue justo y necesario: Iraq ha sido un terrible error. Bush y los neocon han hecho realidad el gran sueño de Al Qaeda: un enfrentamiento directo con EE.UU. en Oriente Medio. En cambio, es una tremenda barrabasada para los moderados islámicos.

—¿Por qué se ha equivocado tanto?

—Los neocon ya estaban en su Administración al principio, pero sin poder. El 11—S les permitió hacerse con las riendas de la política exterior y después arrastraron al presidente a la intervención en Iraq responsabilizando a Saddam del 11—S. Una patraña insostenible, pero muy repetida que les ha hecho ganar las elecciones. ¡Qué mentira y qué error!

—Ya ve: la democracia no es infalible.

—La democracia es precaria y frágil y se ve amenazada incluso en países como EE.UU. ¡Cuántos siglos de sangre y lágrimas cuesta conseguirla y se pierde en minutos!

—En España lo sabemos muy bien.

—¿Cómo quiere que se instaure la democracia en Iraq en sólo unos meses? ¡Humildad, nos hace falta humildad! ¡Los marines no implantarán la democracia por las armas!

—¿No falló el sistema de EE.UU. al permitir a los radicales hacerse con todo el poder?

—En el primer mandato falló el sistema norteamericano, ahora ya han logrado transformarlo y lo han puesto a su servicio.

—¿Cómo transformaron el sistema?

—Con el 11-S. Con esa fuerza y las ganas de venganza y el miedo neutralizaron al Pentágono cuando se opuso a la invasión de Iraq, relegaron a los militares de más prestigio y ahora han lanzado una gran purga neocon contra Powell y los moderados que quedaban en el Pentágono y el Departamento de Estado: los halcones neocon han defenestrado a los tibios.

—Pero los neocon aún pueden ganar en Iraq si envían más tropas y aplastan la resistencia.

—No. Los neocon han aplastado la resistencia política, pero se toparán con la realidad y la realidad es que las tropas y el dinero tienen límites. Hay un límite de muertos que puede admitir la sociedad y hay un límite en el dinero que puede pagar. Cuando sobrepasen los límites se tendrán que ir. Perderán.

—¿No se va a moderar Bush?

—Ya ha anunciado que piensa gastar todo el capital político de su victoria electoral. Va a ser más duro y más empecinado que antes.

—Usted fue uno de los pilares ideológicos de Margaret Thatcher y ella estaría en Iraq.

—No más que Blair, quien va a pagar un precio colosal en las urnas por esta guerra.

—Y usted después criticó a la Thatcher.

—Fui thatcheriano porque era antiautoritario y por tanto anticomunista, y el comunismo era entonces la mayor amenaza para nuestra libertad. Cuando la Thatcher apoyó la cruzada neoliberal en el Este, me opuse porque era una ingenuidad: el resultado hoy es Putin. En Iraq vemos otra ingenua cruzada neocon y el resultado será mucho peor.

Monday, November 29, 2004

Sami el-Soudi.— L’après Arafat

Sami el-Soudi: L’après Arafat : Tout est en train de changer

Metula News Agency, 29/11/2004.

Lorsqu’une situation est simple, ceux qui en font un dessin compliqué sont vraisemblablement poussés par des intérêts néfastes. Ces jours, dans le microcosme de la politique palestinienne, les choses sont on ne peut plus claires : On a, d’un côté, ceux qui sont favorables à la solution des deux Etats séparés pour deux peuples distincts et de l’autre, les partisans de la poursuite de l’Intifada, soit la tentative d’éradiquer le puissant voisin israélien, avec tous les aléas que cela comporte. Il n’existe pas de troisième tendance et tous les Palestiniens que je connais, mais aussi tous les responsables politiques et les éditorialistes s’exprimant à propos notre conflit, en Palestine et ailleurs, se sont rangés derrière l’un des deux courants.

Les tenants du premier de ces courants, ceux que l’on appelle les “pragmatiques”, désirent bâtir, le plus rapidement possible, notre Etat en Cisjordanie et dans la bande de Gaza. Un Etat qui vivra en bon entendement avec ses adversaires d’aujourd’hui. Et les pragmatiques savent fort bien quelles sont les corrections nécessaires, à appliquer urbi et orbi, afin que notre société devienne vivable et que les conditions d’un voisinage pacifique puissent prévaloir.

Les circonlocutions ambivalentes n’ont plus cours à la Moukata de Ramallah, elles ont rapidement disparu en même temps que celui qui en était l’expert absolu. L’équipe Abbas, qui jouit d’un soutien majoritaire conséquent au sein de l’OLP, a établi un programme détaillé pour faire bouger les choses. Un programme, enfin ! Elle s’active, cette équipe, à préparer les réformes, à reconstruire des liens stratégiques fiables avec tous les gouvernements et les services étrangers qui pourront l’aider dans sa tâche. Elle renforce son dispositif sécuritaire, fortifie les canaux de commandement et en évince les partisans du “porte-avions”, qu’Arafat avait nommés afin de s’assurer que toute initiative en vue de juguler la terreur soit tuée dans l’œuf. Abbas et Qoreï préparent par ailleurs d’arrache-pied un projet en vue d’établir d’authentiques institutions en Palestine, prémices obligées d’un futur Etat. Tout sera prêt, pour qu’au lendemain des élections prévues le 9 janvier, la construction de l’Etat de Palestine débute efficacement.

Face à eux, les mouvements terroristes, une partie des jeunes du Fatah ainsi que les arafatiens orthodoxes. La surprise consiste à remarquer à quel point l’influence de ces éradicationnistes s’est marginalisée depuis le décès d’Abou Ammar. Sans lui, sans son soutien moral, politique et financier, ces extrémistes ont désormais des allures de tigres en papier, à tel point qu’aucune de ces organisations ne présentera de candidat au verdict des urnes. Mais ça n’est pas tout ce que la mort d’Arafat a généré. Bien entendu, il faut également prendre en compte les arrestations et les éliminations ciblées opérées par l’armée israélienne nuit après nuit ; elles ont littéralement décapité ces organisations et réduit leur marge de manœuvre à presque rien. Mais il y a plus significatif encore : La population semble comme libérée du délire d’Arafat, elle souffle et elle aspire à une paix négociée. La distance entre l’homme de la rue et les éradicationnistes est soudain devenue énorme, si bien que le Hamas, le Jihad et autres FPLP et Tanzim ne trouvent presque plus de candidats au sacrifice, ce qui explique le calme inhabituel qui suit l’enterrement du raïs. Chez les éradicationnistes situés à l’extérieur des frontières c’est carrément la panique, ainsi, l’Iran a multiplié par 10 les primes offertes aux auteurs des assassinats collectifs et aux familles des “martyres” perpétrant des attentats-suicide. Vaine surenchère, le peuple palestinien veut vivre et les surprimes pour empêcher qu’une solution au conflit ne se mette en marche ne tentent plus grand monde.

Autre surprise, le clan des arafatiens se désagrège comme du sucre dans le thé. La plupart d’entre eux ont rejoint Mahmoud Abbas, sans risquer la moindre fausse note. Les autres, une petite minorité, réalise rapidement que la seule doctrine du leader défunt, c’était “suivez-moi partout où je vais et même en enfer” et qu’une fois le leader disparu, il ne reste pas de doctrine à suivre. Moussa Arafat, le neveu, Abou Rodeinah, le concierge perroquet de la Moukata, Cha’at et Erekat démontrent qu’ils n’existaient qu’en reflétant l’image de leur ancien patron ; il ne constituent pas une force politique digne de ce nom, même pas un groupe homogène dans les instances de l’OLP.

En occident, on se fait d’ailleurs une fausse idée de la popularité de Yasser Arafat, les images de ses funérailles étaient en fait trompeuses. Le nombre de personnes qui avaient fait le déplacement de Ramallah, 80 000 environ, était faible, proportionnellement aux obsèques d’autres grands leaders arabes et aux 3 millions de Palestiniens de Cisjordanie. A Naplouse, par exemple, la capitale de l’extrémisme en Cisjordanie, on avait loué 50 autobus afin d’emmener les gens vers la commanderie de Ramallah. On en a rempli 3. On a tenté d’organiser un cortège funéraire simulé mais on dut rapidement abandonner cette idée, il n’y avait personne pour suivre le convoi. Etrangement, il semble que Yasser Arafat était plus populaire à Paris que dans son pays.

Dans l’attente des élections, les contacts entre les cabinets Abbas et Sharon se déroulent dans la discrétion mais, dans la région ça n’est un secret pour personne, le courant passe bien entre les deux hommes. A l’abri des regards, la coopération entre les deux appareils est dense, significative et continue. On travaille à s’accorder sur les conditions de la relance de la Carte Routière. Ce sera annoncé dans les dix minutes suivant la proclamation de l’élection de Mahmoud Abbas et cela concerne la fin de l’incitation à la haine des Israéliens dans les médias palestiniens ainsi que dans nos écoles, la récupération des armes aux mains des groupes terroristes ainsi que des gestes majeurs de la part du gouvernement Sharon. On n’épiloguera pas afin de ne déranger personne.

La coordination entre Jérusalem et Ramallah est bien engagée et on n’aura pas à attendre le 9 janvier pour en voir les signes. Les choses se passent, à la demande de messieurs Abbas et Qoreï, de la manière suivante : 1) Les deux bureaux ont renouvelé leur collaboration sécuritaire ainsi qu’au niveau du renseignement. 2) Le gouvernement israélien est prié de ne “pas faire la cour” au cabinet palestinien de transition et de ne pas “faire preuve d’activisme, même en sa faveur”. Mahmoud Abbas a ainsi demandé à Ariel Sharon : “S’il vous plaît, ne nous aidez que lorsque nous vous le demandons spécifiquement et, par exemple, répondez positivement à nos requêtes concernant l’organisation de nos élections”.

Si fait ! Non seulement le Premier ministre israélien a-t-il assuré son homologue de son soutien total dans la mise sur pieds de cette consultation, y compris des retraits massifs de ses troupes des zones urbaines et une participation logistique de première importance, encore a-t-il publiquement contredit Sylvan Shalom afin d’accéder à une demande de Abbas. Shalom, le Ministre israélien des Affaires Etrangères, avait annoncé voici quelques jours que les résidents palestiniens de Jérusalem-Est ne pourraient pas participer au scrutin. Le soir même, Abou Mazen appelait Sharon pour se plaindre et le lendemain, le premier des Hébreux annonçait que les affirmations de Sylvan Shalom n’engageaient pas son gouvernement et que les Palestiniens de Jérusalem pourraient voter.

Ces derniers jours, le suspens entourait l’éventualité de la candidature aux élections contre Mahmoud Abbas de l’ancien chef des Tanzim, Marouan Barghouti, détenu pour 5 peines de prisons à vie, pour l’assassinat de 5 Israéliens. A nouveau, la Moukata a appelé Sharon, lui demandant de ne pas s’immiscer dans le jeu démocratique en vue de la consultation palestinienne et de laisser Barghouti recevoir des visiteurs afin de faire connaître sa décision. On sait, à la Ména, que le conseil israélien pour la sécurité nationale, sorte d’organe consultatif pour leur Premier ministre sur les questions sécuritaires, s’est opposé à la demande des chefs de l’Autorité. Pourtant Ariel Sharon est passé outre et il a autorisé les visites au centre de détention, près de Beer Sheba, dans lequel le Tanzim est incarcéré. Même Kadoura Farès, l’aide de Barghouti, qui s’est déclaré vendredi soir en faveur de la poursuite de l’Intifada, a pu s’entretenir librement et sans témoins avec son chef de file. Lors de la conférence de presse qu’il tenait, Farès a en outre informé de la décision de Barghouti de ne pas se présenter aux élections et d’apporter son soutien à la candidature de monsieur Abbas. C’est un autre signe de notre nouvelle maturité : On aurait pu laisser voter pour un homme emprisonné et même, qui sait ?, le faire élire. C’aurait sans aucun doute été le choix au temps où la politique palestinienne n’était que propagande. Mais cela n’aurait pas fait libérer Barghouti et le choix d’avoir un président incarcéré, incapable de gérer le destin de notre peuple, a été rejeté par la quasi unanimité des membres des instances du Fatah. Assez de miser sur un avenir très hypothétique à retardement. Nous voulons des actes significatifs maintenant, faire cesser notre sabordement, la misère et l’occupation.

Au plan diplomatique, des voix s’élèvent de la Moukata de Ramallah contre la France et les dispositions pro Souha qu’elle a prises. Le conseiller qui me parle se demande à haute voix pourquoi a-t-on laissé partir Arafat pour un traitement inutile à Paris, alors que les excellents médecins palestiniens et arabes qui entouraient le malade à Ramallah connaissaient parfaitement son état ainsi que le déroulement inéluctable de son mal. On s’est fait avoir, admet le conseiller d’Ahmed Qoreï, si le Vieux était décédé ici, on saurait de quoi il est mort et on aurait pu récupérer une plus grande partie de l’argent qui n’appartient qu’au peuple palestinien. “Et puis”, continue mon interlocuteur, “il existe un contraste choquant entre les honneurs que la France a rendus à monsieur Arafat et la tiédeur de son engagement aux côtés des nouveaux dirigeants démocratiques de Palestine. C’est maintenant qu’il faudrait voir Barnier à la Moukata… et même Chirac”, conclut le locuteur, “au moment où la Palestine démocratique et la paix ont une chance réelle et qu’elles ont besoin du support symbolique du monde libre. Je crains que Paris ne manque un nouveau rendez-vous crucial”.

Et, pour conclure cet article, je vous annonce la prochaine visite de Mahmoud Abbas à Damas. Il y arrivera, fort d’une coordination totale avec la Maison Blanche, en position de force pour exiger de Béchar el-Assad qu’il cesse d’abriter les états-majors des organisations terroristes. Le futur président élu de l’Autorité Palestinienne dira au président de l’oligarchie alaouite, qu’il s’agit d’une exigence de la communauté internationale et d’une condition sine qua none, si Béchar entend éviter les très lourdes sanctions prévues, au Conseil de Sécurité, au printemps.

Les choses ont l’air bien engagées pour une fois. J’ai, à titre très égoïste, le privilège, que je n’avais jamais connu jusqu’à maintenant, d’être gouverné par quelqu’un de respectable, d’honnête, avec lequel je ne me connais pas de divergences de vues fondamentales. Tout ce qui pourrait tout faire rater c’est un attentat contre la personne d’Abou Mazen et croyez-moi que les éradicationnistes, en roue libre, y pensent si fort, que je les entends penser.

Saturday, November 27, 2004

The Accidental Prime Minister

“I don’t want to be a great leader,” Spanish Prime Minister Jose Luis Rodriguez Zapatero told Time magazine in September. In that case, Mr. Zapatero’s first nine months in office must be called a resounding success.

The young prime minister made his unique mark even before he could find his away around the Moncloa Palace, ordering Spain’s troops to cut and run from Iraq, pronto. His hasty decision last spring was the perfect “thank you” note to the terrorists who bombed the Madrid trains on March 11, and pushed him, unexpectedly, into office.

Incidentally, contrary to Socialist claims that the previous government exposed Spain to terrorism, we now know that the Madrid attacks were planned long before the Iraq war. The pullout, which cost Spain friends and influence abroad, brought no security at home. Spanish police have foiled several terrorist attacks since then. Spain remains both a target and a hub for Osama’s global network.

Mr. Zapatero’s unrelenting flurry of anti-American jibes make even French and German diplomats flinch. He twice urged U.S. allies to defect and leave Iraq. Yet he somehow expected President George W. Bush to return his calls. It would be tempting to shrug all this off as the blunders of an inexperienced prime minister who will eventually become wiser. But Mr. Zapatero’s policy seems to be not as much driven by inexperience as by ideology, and this is hard to change.

This worldview helps explain his affinities for the last remaining bastions of socialism in Latin America. He’s lobbying hard to have the European Union’s sanctions against Cuba lifted, ostensibly to encourage reforms in that totalitarian island. Cuban dissidents, however, such as Oswaldo Paya, are not deceived. “The EU governments can act according to their interests and abandon this ethical position. But what no one can say, without insulting our intelligence, is that to abandon this position . . . is in the interests of Cuba and peaceful change.” Strengthening Spain’s ties with Venezuelan strongman President Hugo Chavez is another of Mr. Zapatero’s pet projects. On a state visit in Madrid this week, Mr. Chavez rhapsodized about how “the vibes have been very, very good” between him and Mr. Zapatero. Spanish Foreign Minister Miguel Angel Moratinos even backed Mr. Chavez’s accusation that the previous conservative Spanish government supported an attempted “coup” against him. The conservatives immediately denounced this as a lie, asking for Mr. Moratinos’s resignation.

Mr. Zapatero is entitled to his views. But the Spanish people would be justified in asking just what do they get out of their leader appeasing terrorists, coddling up to dictators and whittling away Spain’s global standing? There may be four long and dark years ahead on the Iberian peninsula.

Friday, November 26, 2004

Giscard d’Estaing.— Turquie : pour le retour à la raison

Valéry Giscard d'Estaing: Turquie : pour le retour à la raison
Le Figaro, 25/11/2004.

L’éventualité de l’entrée de la Turquie dans l’Union européenne suscite un débat passionné. Les arguments les plus variés sont avancés. En faveur de l’entrée, l’ancienneté des promesses faites, l’affront qu’une réponse négative représenterait pour le monde musulman, les progrès réalisés par la Turquie, le risque d’envenimer le choc des civilisations. Contre l’adhésion, le fait que les cinq sixièmes du territoire de la Turquie, et sa capitale, sont situés hors d’Europe, l’importance de sa population, les conséquences économiques et sociales de l’arrivée du pays le plus pauvre de l’Union, l’existence d’une vaste communauté turcophone hors du territoire turc, et l’étrangeté pour l’Europe de se réveiller avec une frontière commune avec la Syrie, l’Irak et l’Iran.

Bref, beaucoup d’arguments qui divisent l’opinion. En France même, tandis que le président de la République déclare à Berlin le 26 octobre dernier : «Mon voeu le plus cher, c’est que nous arrivions au terme de cette procédure, qui durera dix ou quinze ans, à une possibilité d’adhésion», 64% des Françaises et des Français, consultés par sondage, déclarent s’y opposer.

Peut-on espérer introduire un peu de raison dans ce débat ? La France peut contribuer à cette clarification.

Il faut l’entreprendre sans préjugé et sans passion, et tenter d’atteindre l’essentiel : quelle est la manière la plus juste, la mieux adaptée aux données objectives, d’organiser les rapports entre la Turquie et l’Union européenne dans les décennies à venir ?

Examinons d’abord les deux premiers arguments : les promesses faites à la Turquie, et le refus d’accepter dans l’Union un Etat musulman.

Les engagements pris dans les années 60 se situaient dans un contexte différent. Il s’agissait de l’entrée éventuelle de la Turquie dans le Marché commun, qui avait alors une dimension exclusivement économique. On peut dire que ces engagements ont été tenus, puisque l’Union européenne a signé avec la Turquie, en 1995, un traité d’union douanière qui lui donne accès à ce Marché.

Quant au refus d’envisager l’adhésion de la Turquie à l’Union européenne pour des motifs religieux, c’est une arrière-pensée que les partisans de l’adhésion turque prêtent à leurs adversaires. Il faut être catégorique sur ce point : la religion majoritaire des Turcs n’est pas l’argument qui peut conduire à accepter ou à rejeter la candidature de la Turquie ! D’ailleurs, il est vraisemblable que l’UE sera conduite à accueillir un Etat de culture musulmane, la Bosnie-Herzégovine, le jour où la paix civile et la maturité démocratique régneront dans l’ancienne Yougoslavie.

Si la référence à la religion n’est pas un argument qu’on puisse opposer à la candidature de la Turquie, elle ne constitue pas, à l’inverse, un argument pour la justifier. L’entrée de la Turquie dans l’Union éviterait-elle à ce pays de glisser vers le fondamentalisme islamique ? On ne sait. L’intensité de la foi religieuse dépendra de facteurs internes, mais aussi de la solidarité avec les pays islamiques voisins, qui peuvent apparaître aux Turcs plus naturelles que le fait de transformer leur législation sur le modèle des lointaines autorités bruxelloises.

Laissons donc de côté cette forêt de points d’interrogation contradictoires.

Le traité d’Union européenne prévoit, dans son article 1-58, que «tout Etat européen qui souhaite devenir membre de l’Union adresse sa demande au Conseil. (...) Le Conseil statue à l’unanimité.» C’est donc un domaine dans lequel chaque Etat membre dispose d’un droit de veto. Cette disposition est reprise dans le projet de Constitution.

La Turquie est-elle un «Etat européen» ? L’Atlas du National Geographic Magazine fait figurer la Turquie dans sa section consacrée à l’Asie. Il est vrai que la Turquie dispose encore d’une petite enclave européenne, mais celle-ci ne représente que 5% de son territoire, et 8% de sa population. Le reste est situé en Asie, sur le plateau d’Anatolie où le fondateur de la Turquie moderne, Kemal Atatürk, a choisi de déplacer la capitale du pays.

La Turquie a une courte frontière avec ses deux voisins européens, la Grèce et la Bulgarie ; une très longue avec les pays du Moyen-Orient qui faisaient partie de l’Empire ottoman, la Syrie et l’Irak ; et enfin une frontière commune avec l’Iran et l’Arménie. Les Turcs disposent d’une langue et d’une culture propres. La langue ne fait pas partie de la grande famille des langues indo-européennes.

La population de la Turquie avoisine, aujourd’hui, les 73 millions d’habitants. Elle est plus peuplée que chacun des Etats d’Europe, à la seule exception de l’Allemagne. Les projections démographiques des Nations unies prévoient que, dans vingt ans, la Turquie serait le premier Etat de l’Union européenne par sa population, qui se situerait au niveau de 89 millions. A la même époque, l’Allemagne, la France et la Grande-Bretagne compteront respectivement 82, 64, et 63 millions d’habitants. Il faut ajouter que la population turque fait partie d’un ensemble turcophone plus vaste, auquel l’unissent des liens de solidarité, et qui s’étend en direction de l’est vers les Etats de l’Asie centrale, tels que le Turkménistan.

Le niveau de vie de la Turquie reste très éloigné de la moyenne européenne. Le revenu par habitant représente la moitié de celui des 10 nouveaux Etats membres, et seulement le cinquième de celui de l’Europe à 15. La structure de son économie, bien qu’en progrès sensible au cours des dernières années, reste éloignée de la «norme» européenne. La production agricole représente encore 14% du PIB, ce qui a conduit le commissaire européen chargé de l’Agriculture à déclarer : «Le coût pour le budget européen de l’entrée de l’agriculture turque serait supérieur, à lui seul, au coût de l’entrée des dix nouveaux membres.»

Le flottement actuel du projet européen, le scepticisme qu’éprouvent à son endroit les citoyens d’Europe — confirmés par l’abstention majoritaire aux élections européennes — s’expliquent par le manque de clarté de ce projet. De quelle Europe s’agit-il ? Les élargissements successifs ont accru le trouble des esprits. Jusqu’où se poursuivra cette fuite en avant d’une Europe non encore organisée, peu efficace dans ses résultats, et qui voit se réduire le soutien démocratique de sa population ?

Les Européens ont besoin de fortifier leur identité. Il ne pourra exister de «patriotisme européen» qu’à partir du moment où les citoyens européens prendront conscience d’appartenir à un même ensemble.

La Convention européenne a cherché à mieux définir les fondements de cet ensemble : les apports culturels de la Grèce et de la Rome antiques, l’héritage religieux qui a imprégné la vie de l’Europe, l’élan créateur de la Renaissance, la philosophie du siècle des Lumières, les apports de la pensée rationnelle et scientifique. Aucun de ces éléments n’a été partagé par la Turquie. Le fait de le constater n’implique pas de jugement péjoratif ! La Turquie a développé en parallèle sa propre histoire et sa propre culture qui appellent le respect. Mais constatons objectivement que les fondements identitaires, si nécessaires aujourd’hui à la cohésion de l’Union européenne, sont différents.

L’adhésion de la Turquie, quelle qu’en soit la date, changerait la nature du projet européen.

Tout d’abord, cette adhésion ne pourrait pas rester isolée.

Déjà la file d’attente se met en place, à l’Est comme à l’Ouest. La crise politique en Ukraine est aussi centrée sur l’éventualité de son adhésion à l’Union européenne. Il est probable que le Maroc sera tenté d’emprunter la voie ouverte par la Turquie. D’où un processus d’élargissement permanent, déstabilisant le fonctionnement du système et lui faisant perdre sa rationalité originelle.

En second lieu, le niveau de la population est une donnée essentielle qui règle le fonctionnement des institutions européennes, Parlement et Conseil des ministres.

Pour le Parlement, le nombre des députés est plafonné à 750, et il est prévu qu’il soit réparti entre les Etats à la proportionnelle de leurs populations, avec un correctif en faveur des plus petits Etats, et un plafond de 96 membres par Etat. Lors de son accession, la Turquie représenterait un peu plus de 15% de la population de l’Union. Elle disposerait donc de 96 membres, à parité avec l’Allemagne. Pour faire de la place à ces nouveaux députés, le nombre des autres représentants et notamment ceux de la Grande-Bretagne, de la France et de l’Italie, devrait être réduit.

Quant au Conseil des ministres, la Constitution prévoit le recours à la double majorité : pour qu’une décision soit adoptée, elle doit recueillir le soutien de 55% des Etats, représentant 65% de la population. Avec ses 15% la Turquie devient un élément central de la prise de décision. Qu’on se souvienne de l’opposition passionnée de l’Espagne et de la Pologne au vote à la double majorité, qui ne déplaçait que quelques points à leur désavantage. L’entrée de la Turquie entraînerait un déplacement de quinze points !

Pour éviter de se trouver dans la situation où le dernier Etat arrivé dans l’Union — et dépourvu de ce fait de l’expérience de son fonctionnement — en deviendrait le premier décideur, il serait nécessaire de réécrire la Constitution et d’instaurer un plafond pour la prise en compte des populations des Etats membres. Rappelons-nous le débat que cette question a déclenché à la Convention : on peut s’interroger sur les chances d’aboutir à une nouvelle rédaction acceptable par tous.

Qu’on me comprenne bien. A l’égard de la Turquie, il ne doit s’agir ni de rejet ni de mépris. C’est tout le contraire.

C’est bien parce qu’elle est devenue une grande nation par sa taille, par sa démographie, qu’elle pose à l’Europe un problème de dimension. Elle pèse déjà, elle pèsera demain, d’un tel poids qu’elle déséquilibrerait l’édifice communautaire encore bien fragile et conçu pour d’autres fins. Les Constitutions ne sont pas des formulaires passe-partout où il suffit d’ajouter le nom du dernier adhérent. Toutes les Constitutions — l’américaine, la française, l’européenne — sont des montages minutieux, résultats de compromis imposés par les nécessités du moment. C’est un fait : la Constitution européenne soumise aujourd’hui à la ratification n’a pas été conçue pour accueillir une puissance de la taille de la Turquie.

Le plus surprenant, quand on ouvre ce dossier, c’est de constater la manière dont la plupart des dirigeants européens se sont laissé acculer dans une impasse simpliste : dire oui à l’ouverture des négociations conduisant à l’adhésion de la Turquie à l’Union européenne, ou lui claquer la porte au nez. D’où viennent la pauvreté, et la simplification extrême de ce choix ? D’autres savent mieux gérer ces problèmes : les Etats-Unis, le Canada et le Mexique ont entre eux autant, voire davantage, de similitudes que celles qui existent entre l’Europe et la Turquie. Personne n’a l’idée de les fusionner. Ils ont construit patiemment une zone de libre-échange. Ils pratiquent des coopérations bilatérales.

Il est nécessaire pour l’Europe de réintroduire la créativité et l’imagination dans la définition de ses relations avec ses voisins : la Turquie, certes, mais aussi la Russie et le monde méditerranéen. Si la seule solution envisagée est l’entrée dans l’Union ou l’antagonisation de ses partenaires, l’Union européenne est condamnée à glisser vers une organisation régionale des Nations unies, structure de rencontre, de dialogue, et de quelques coopérations spécialisées. Mais, dans ce cas, il ne peut exister ni identité, ni volonté commune, ni rôle à jouer. Le monde évoluera sans l’Europe, ainsi marginalisée.

Les négociations à venir avec la Turquie ne devraient donc pas se focaliser sur l’adhésion, mais explorer la nature des liens que l’Union européenne devrait nouer avec ses grands voisins. Essayons d’être concrets : en matière économique, tout est possible, mais ne peut-être que graduel ; en matière politique, rien d’autre que des coopérations, qui doivent être organisées de manière à satisfaire les parties. L’Union européenne doit se montrer capable de faire sans tarder à la Turquie une proposition élaborée, honorable et précise.

Ce n’est pas un simple hasard qui a conduit la Convention européenne à proposer dans la Constitution l’insertion de l’article 57, qui prévoit la possibilité pour l’UE de négocier des accords de partenariat privilégiés avec ses voisins. Ce texte est le fruit d’une réflexion approfondie sur la manière dont l’Union européenne pourra répondre aux demandes légitimes de ses voisins, à l’Est, au Sud-Est et au Sud, sans défaire sa propre nature.

D’où la conclusion qui s’impose clairement : en décembre prochain, le Conseil européen devrait décider d’ouvrir des négociations visant à établir une zone commune de prospérité économique, et à mettre en place des structures permanentes de coopération politique, constitutives d’un partenariat privilégié entre la Turquie et l’Union européenne.

Telle est, me semble-t-il, l’attitude constructive et réaliste qui permettrait de progresser, en répondant aux attentes de la Turquie, sans mettre en péril la construction fragile de l’UE, qui n’a pas encore maîtrisé les conséquences institutionnelles et budgétaires du dernier élargissement. Et cette proposition devrait, bien entendu, être soutenue activement par la France détentrice, avec ses partenaires, de la sagesse fondatrice, en vue d’une décision qui, rappelons-le, ne pourra être prise qu’à l’unanimité.

Si nous avons beaucoup entendu, ces temps-ci, poser la question «Et la Turquie ?», le moment n’est-il pas venu d’en ajouter une autre : «Et l’Europe ?»

Friday, November 19, 2004

Ivan Rioufol parla d’Oriana Fallaci

Le Figaro, 19/11/2004.

Les sacrilèges de Fallaci

Laisser dire Oriana Fallaci, bien qu’elle parle sans nuance et qu’elle blesse. Ce qu’elle écrit dans son dernier livre, La force de la raison (Éditions du Rocher) qui sort aujourd’hui après avoir été vendu à 900.000 exemplaires en Italie, est de l’ordre du sacrilège: «L’Europe devient toujours davantage une province de l’Islam, une colonie de l’Islam. Et l’Italie, un avant poste de cette province, un point de repère dans cette colonie». Fallaci va faire hurler. Mais la France doit être capable d’entendre ces paroles excessives et brutales, comme ont su le faire les douze autres pays dans lesquels le livre est déjà sorti.

La journaliste italienne rappelle ce que le président algérien Boumedienne avait déclaré en 1974 devant l’assemblée de l’ONU: «Un jour, des millions d’hommes quitteront l’hémisphère sud pour faire irruption dans l’hémisphère nord. Et certainement pas en amis. Car ils y feront irruption pour le conquérir. Et ils le conquerront en le peuplant de leurs fils. C’est le ventre de nos femmes qui nous offrira la victoire». Fallaci décrit le quartier d’Albaicin, à Grenade (Espagne) devenu «un État dans l’État, un fief islamique». Elle décrit Marseille qui «en substance, n’est plus une ville française. C’est une ville arabe, une ville maghrébine».

Ses accusateurs retiendront ses propos à l’emporte pièce sur «la France islamisée» ou ceux qui lui font écrire: «sur cette planète, personne ne défend son identité et ne refuse de s’intégrer autant que les musulmans. Personne. Parce que Mahomet l’interdit, l’intégration. Il la punit. Si vous ne le savez pas, jetez un regard sur le Coran». Ou encore: «(c’est) s’illusionner en croyant qu’il existe un bon Islam et un mauvais Islam, (c’est) ne pas comprendre qu’il n’existe qu’un seul Islam». Ses coutumières intransigeances, qui refusent de distinguer entre islam et islamisme, ne laissent place à aucune ouverture, aucune compassion, aucune confiance. Son livre est désespérant.

Mais demeure ce qu’il faut bien décrire avec des mots : cette importante présence musulmane en Europe, qui partout éprouve les mêmes difficultés à s’intégrer aux pays d’accueil, y compris et surtout dans la très tolérante Hollande qui a vu l’élection, lundi soir par des milliers de téléspectateurs de la télévision publique, de Pim Fortuyn (leader populiste critiquant l’Islam, assassiné en 2002 par un écologiste) comme «le plus grand Néerlandais de tous les temps», avant Erasme et Rembrandt. Et là se justifie, malgré ses outrances, la résistance de Fallaci: dans le refus des résignations et des aveuglements. Elle en appelle à «la réflexion, au bon sens, à la Raison». Elle n’en donne guère l’exemple. Mais c’est là qu’il faut l’écouter.

Question sur une interprétation historique

Encore deux mots sur Fallaci. Pour constater qu’elle reprend dans son livre la thèse, déjà soutenue par la spécialiste de l’Islam, Bat Ye’or, d’un rapprochement entre l’Europe et le monde arabo-musulman, imposé par ce dernier après le choc pétrolier de 1973. Selon cette interprétation tranchée, l’Europe se serait liée dès les années 70 aux pays arabes afin d’acheter sa propre sécurité pétrolière, en soutenant leur politique vis-à-vis d’Israël et en s’ouvrant à une main d’œuvre musulmane. Cette immigration aurait été accompagnée, selon les documents avancés par Bat Ye’or, d’accords culturels reconnaissant notamment «la contribution historique de la culture arabe au développement européen et soulignant l’apport que les pays européens peuvent encore attendre de la culture arabe, notamment dans le domaine des valeurs humaines». Il serait utile que cette explication historique, à priori sommaire, puisse être contredite.

Thursday, November 18, 2004

... i rebel !

Francisco Peregil: Lesbiana, musulmana y rebelde
El Pais, 14/11/2004.

Una periodista islámica de Canadá cuestiona en un libro las verdades reveladas en el Corán y emprende una campaña contra el “victimismo y el despotismo” de su religión

Desde los 9 a los 14 años la periodista canadiense Irshad Manji acudía con su chador en la cabeza a la madraza de Richmond, una ciudad canadiense de 168.000 habitantes en la frontera con EE UU. Irshad pertenece a una familia musulmana que emigró de Uganda a Canadá cuando ella tenía cuatro años. La escuela islámica adonde iba estaba situada en el piso superior de una mezquita recién construida.

Manji empezó muy pronto a hacer preguntas al mulá, un musulmán que prestaba voluntariamente sus servicios cada fin de semana para dar a los hijos de los inmigrantes una educación religiosa. ¿Por qué las chicas tenían que practicar los ritos fundamentales, como rezar cinco veces al día, desde edad más temprana que los chicos? El mulá le dijo que las chicas maduran antes. Alcanzan la “edad obligatoria” del culto a los 9 años, mientras los hombres lo hacen a los 13.

— Entonces, ¿por qué no se nos permite a las chicas dirigir la oración?— preguntó ella.

—Alá no lo permite.

—¿Por qué?

—Lee el Corán.

Pero el Corán se debería leer en árabe para alcanzar su mensaje profundo. Así que siguió planteando preguntas: “Por qué el estigma debe marcar a aquellos de nosotros que no hemos sido destetados en árabe cuando el hecho es que sólo el 13% de todos los musulmanes del mundo es árabe?”.

A los 14 años, el mulá la expulsó de la madraza. Pero nunca abandonó la fe en el islam. Ni siquiera cuando fue descubriendo su orientación homosexual. Las preguntas que de niña planteaba en la escuela islámica las aireaba después en un programa de televisión por Internet: “¿Cómo puede el Corán denunciar la homosexualidad y declarar al mismo tiempo que Alá convierte en excelente todo lo que crea?”.

Irshad Manji, que ahora tiene 33 años, emitió programas polémicos sobre la homosexualidad. Recibió muchas quejas por parte de musulmanes. Y la más habitual venía a decir que aquellos “cerdos homosexuales” a los que Manji invitó debían ser judíos.

Cada vez más, Manji se iba convenciendo de que el islam estaba en manos de una corriente mayoritaria que creía en la absoluta literalidad del Corán.

“Incluso a los musulmanes occidentales se les educa en la creencia de que, como el Corán vino después de la Biblia de los cristianos y el Torá de los judíos, es el manifiesto definitivo y por tanto perfecto de los deseos de Dios”, indica Manji.

“Y ésa es una creencia que incluso los musulmanes moderados que viven en Occidente aceptan”, añade Manji. “Este complejo de supremacía es peligroso porque cuando se producen abusos en nombre del islam muchos musulmanes no saben cómo debatir lo que dicen los fundamentalistas, porque no se nos ha enseñado a hacer preguntas sobre el libro sagrado”.

Un día, la periodista preguntó a varios amigos creyentes: “¿Dónde estaban los musulmanes de Toronto, Vancuver o Montreal cuando los talibanes destruyeron las estatuas de Buda del valle de Bamiyan, en Afganistán?” “¿Por qué la ausencia de protestas musulmanas masivas en nuestras calles?”. La única respuesta que recibió provino de otra musulmana feminista que le preguntó a Irshad: “¿Sabes lo que les está ocurriendo a los musulmanes en Palestina?”

“Aquello era una clara evasiva”, recuerda Manji. La periodista pensó entonces que la “política infumable” de Oriente Próximo no podía justificar el silencio de los musulmanes de Occidente ante las lapidaciones de mujeres ni los totalitarismo islámicos.

Y escribió el libro Mis dilemas con el Islam (editorial Maeva). Desde el año pasado, ha sido publicado en 25 países. Gran parte de los siete millones de musulmanes que viven en Estados Unidos pudieron leer cómo The New York Times calificaba a Manji como “la pesadilla de Bin Laden”.

“El libro es una carta que dirijo a mis hermanos musulmanes”, sostiene. “Y en ella les explico lo que es la ¨ytihad. No la yihad [guerra santa], sino la ¨ytihad. Es la tradición islámica de razonamiento independiente que permite a todos los musulmanes, heterosexuales o gays, viejos o jóvenes, poner al día sus prácticas religiosas a la luz de las circunstancias contemporáneas”.

Irshad Manji ha colgado de la red una traducción al árabe de su libro gratuita. Y asegura que cada día recibe cientos de mensajes de apoyo por Internet. ¿No teme una fatwa, una condena como la que se dictó contra el novelista Salman Rushdie?

“A lo mejor debiera tener miedo. Pero no lo tengo. Si uno vive con miedo en Occidente estaría dando la espalda a la libertad que se me ha dado”.

Cuando algún medio musulmán entrevista a Manji ella se dirige al público: “Sé que algunos querríais verme muerta. Pero, antes de matarme, haceos esta pregunta: ¿No creéis que lo que vais a hacer es dar más fuerza a lo que yo digo? ¿A quién vais a ayudar? ¿A mi causa o a la vuestra?”.

Lliçó magistral de Havel

Vaclav Havel (*): Ce que le communisme peut encore nous apprendre
Le Figaro, 16/11/2004.

Le XVe anniversaire de la «révolution de velours» du 17 novembre 1989, qui a mis fin à 41 années de dictature communiste en Tchécoslovaquie, est l’occasion de réfléchir sur la morale et le libre arbitre. Nous vivons aujourd’hui dans une société démocratique, mais nombreux sont ceux, en République tchèque et ailleurs, qui ne pensent toujours pas être maîtres de leur destin. Ils ont perdu l’espoir d’influencer véritablement la politique, et encore plus l’évolution de notre civilisation. A l’époque communiste, la plupart des gens pensaient que les efforts individuels pour provoquer des changements ne rimaient à rien. Les dirigeants affirmaient que le système était le fruit des «lois de l’histoire», objectives et incontestables, et quiconque refusait cette logique était puni, par précaution.

Malheureusement, les mentalités qui sous-tendaient les dictatures communistes n’ont pas complètement disparu. Certains politiciens et autres experts soutiennent que le communisme s’est simplement effondré sous son propre poids, là encore suivant les «lois de l’histoire». Une fois de plus, on minimise l’importance de la responsabilité et des actions individuelles. Le communisme, nous dit-on, n’était qu’une impasse du rationalisme occidental, et il suffisait donc d’attendre passivement son échec.

Ces mêmes personnes sont souvent convaincues de l’existence d’autres phénomènes inévitables, comme les lois ou autre «main invisible» du marché qui dirigent nos vies. Un tel état d’esprit ne laisse guère de place à l’action morale individuelle, et les critiques sociaux sont souvent tournés en dérision et taxés de moralisme naïf ou d’élitisme. Cela explique peut-être l’apathie politique que l’on constate de nouveau, quinze ans après la chute du communisme. La démocratie est de plus en plus considérée comme un simple rituel. Il semblerait que les sociétés occidentales en général traversent une crise des valeurs démocratiques et de la citoyenneté.

Il ne s’agit peut-être que d’une transformation liée aux nouvelles technologies, sans rien d’inquiétant. Mais le problème pourrait être plus profond : les multinationales, les grands groupes médiatiques et les pouvoirs bureaucratiques transforment les partis politiques en organisations dont la fonction principale n’est plus le service public, mais la protection d’intérêts particuliers et clientélistes. La politique est livrée aux groupes de pression ; les médias banalisent des problèmes graves ; la démocratie ressemble souvent davantage à un jeu virtuel pour consommateurs qu’à une affaire sérieuse pour citoyens consciencieux.

Quand nous rêvions d’un avenir démocratique, nous — les dissidents — avions sans aucun doute des illusions, des vues utopiques. Nous nous en rendons bien compte aujourd’hui. Toutefois, nous n’avions pas tort de soutenir que le communisme n’était pas simplement une impasse du rationalisme occidental. Ce régime avait développé la bureaucratisation, la manipulation anonyme et le conformisme de masse «à la perfection». Or, certaines de ces menaces nous concernent encore aujourd’hui.

Nous avions déjà la certitude à l’époque qu’un système dépourvu de valeurs, et réduit à une compétition entre partis politiques munis de solutions «garanties» pour tous, ne serait pas conforme à l’esprit démocratique. C’est pourquoi nous insistions tant sur la dimension morale de la politique et sur le dynamisme de la société civile, pour faire équilibre aux partis politiques et aux institutions.

Nous rêvions aussi d’un ordre international plus juste. La fin du monde bipolaire représentait une occasion formidable de rendre le monde plus humain. Au lieu de cela, nous assistons à une mondialisation qui échappe à tout contrôle politique et fait des ravages économiques et écologiques dans de nombreuses régions du monde.

La chute du communisme donnait la possibilité de créer des institutions politiques mondiales plus efficaces, fondées sur des principes démocratiques. Des institutions capables d’enrayer ce qui se manifeste actuellement comme une tendance du monde industriel à l’autodestruction. Si nous ne voulons pas être dépassés par des forces anonymes, nous devons faire en sorte d’appliquer les principes de liberté, d’égalité et de solidarité — fondements de la stabilité et de la prospérité des démocraties occidentales partout dans le monde.

Il est surtout indispensable, aujourd’hui comme à l’époque communiste, de continuer à faire confiance à la réflexion et à l’action civique. Ne succombons pas à la manipulation : ne croyons pas que toute tentative de faire changer l’ordre «établi» et les lois «objectives» est vaine. Essayons de construire une société civile mondiale pour que la politique, loin de se réduire à une technologie du pouvoir, ait une dimension morale.

Parallèlement, les hommes politiques des pays démocratiques doivent envisager sérieusement la réforme des institutions internationales, car nous avons désespérément besoin d’organes de véritable gouvernance mondiale. Nous pourrions commencer par les Nations unies, relique du lendemain de la Seconde Guerre mondiale, qui ne reflètent pas l’influence de certaines puissances régionales nouvelles et accordent le même statut aux pays dont les représentants sont élus démocratiquement et à ceux dont les dirigeants ne défendent que leurs propres intérêts.

En tant qu’Européens, il nous incombe de jouer un rôle particulier. La civilisation industrielle, étendue aujourd’hui au monde entier, est née en Europe. On peut expliquer tous ses miracles et toutes ses terrifiantes contradictions comme les conséquences d’un système de valeurs d’origine européenne. L’unification de l’Europe devrait donc servir d’exemple au reste du monde pour faire face aux dangers et aux horreurs qui nous submergent aujourd’hui. L’Europe, en tenant ce rôle — étroitement lié au succès de son intégration —, assumerait pleinement ses responsabilités mondiales, au lieu d’accuser les Etats-Unis de tous les maux du monde contemporain.


(*) Ancien président de la République tchèque. Copyright : Project Syndicate, novembre 2004. Traduit de l’anglais par Emmanuelle Fabre.

Tuesday, November 16, 2004

Encel.— USA vs Israel

Frédéric Encel & François Thual (*):
Etats-Unis-Israël : une amitié à démythifier
Le Figaro, 13/11/2004.

La réélection de George Bush et, presque concomitamment, le décès de Yasser Arafat ont une fois encore donné lieu à maints commentaires sur l’indéfectible «axe israélo-américain». Dans la gauche radicale et/ou altermondialiste, on présente volontiers Israël et le sionisme comme une sorte de tête de pont ou de marionnette de l’impérialisme américain au Moyen-Orient. A l’extrême droite, les vieux fantasmes antisémites font des Etats-Unis un pays dirigé de l’intérieur par les Juifs.

La fameuse théorie du fer à cheval de Jean-Pierre Faye (selon laquelle les extrêmes se rejoignent) se vérifie ici plus qu’ailleurs, et les deux délires se confondent et se rejoignent souvent, dépassant hélas ces cercles extrémistes. Or, contrairement à la légende entretenue délibérément et/ou l’idée reçue de bonne foi, Israël et les Etats-Unis ne furent pas toujours alliés et, à plusieurs reprises, entretinrent même des relations tendues.

D’abord les années 20-30 voient une attitude distante des Etats-Unis vis-à-vis du mouvement sioniste, dans la mesure où le pétrole du Moyen-Orient arabo-persan devient un enjeu considérable et où la rivalité entre des compagnies anglaises et américaines fait rage. En outre, les excellents rapports entre Franklin D. Roosevelt et le roi d’Arabie Ibn Saoud renforceront le maintien de cette distance avec le mouvement national juif. Certes, en 1945, au regard de l’ampleur cataclysmique de la Shoah, et du fait de sa volonté de démanteler les empires coloniaux européens, le président Harry Truman impose une ligne favorable au sionisme, mais, deux ans plus tard, c’est contre l’avis du département d’Etat soucieux des réactions arabes qu’il pèse de tout son poids pour que Londres se dessaisisse du brûlant dossier de la Palestine mandataire au profit de l’ONU, et qu’un Etat juif soit créé. Toutefois, lors de la percée israélienne dans le Sinaï en pleine première guerre israélo-arabe, le président Truman somme Ben Gourion, premier ministre israélien, de stopper l’offensive de Tsahal, de crainte que Londres n’intervienne militairement dans le cadre d’un accord de défense qui la lie au Caire.

Sur le plan diplomatique, Jérusalem et Washington divergeront longtemps quant au problème des réfugiés palestiniens de 1948 ou encore sur le statut de la Ville sainte. Par la suite, c’est la France, et non les Etats-Unis, qui fera figure d’allié privilégié, comme en témoigne l’affaire de Suez d’octobre-novembre 1956 ; l’Administration de Dwigh Eisenhower va alors jusqu’à menacer ouvertement le gouvernement Ben Gourion de lourdes rétorsions politiques et économiques si Israël, allié à la France et à la Grande-Bretagne, ne se retire pas du Sinaï. La même Administration avait auparavant refusé d’inclure Israël dans le pacte de Bagdad signé le 30 mars 1955, du fait de l’antagonisme irréductible de l’Irak.

Il faut attendre l’écrasante victoire israélienne des Six-Jours, en juin 1967, pour que se rapprochent durablement les deux Etats : la progression soviétique au Moyen-Orient, le constat de la capacité militaire israélienne, la montée en puissance d’un lobby pro-israélien suite à la crainte de voir disparaître Israël vingt-cinq ans après la Shoah, etc. ; pour les Etats-Unis, l’ami devient un allié à défendre. En dépit des efforts arabo-soviétiques à l’ONU pour contraindre Israël à se retirer sans condition des territoires conquis, Washington parvient à faire voter, le 22 novembre 1967, une résolution liant un retrait israélien à la reconnaissance de l’Etat hébreu par ses voisins arabes.

Les relations entre Jérusalem et Washington se détériorent pourtant quelque peu avec le refus israélien du plan William Rogers de 1969, et ce n’est qu’en 1972 que les premiers avions de chasse américains sont livrés à Israël. L’année suivante, lors de la guerre du Kippour, Nixon ordonne bien un pont aérien de matériels militaires en faveur d’Israël afin d’équilibrer celui effectué par l’Union soviétique au profit des coalisés syro-égyptiens, mais le secrétaire d’Etat Henry Kissinger mène alors une politique visant à inciter fortement les belligérants israélien et égyptien à négocier dans le cadre d’une politique dite «des petits pas», avec force pressions sur Jérusalem.

A la suite des accords israélo-égyptiens de Camp David de 1978, Israël obtient de facto le statut d’allié privilégié, lequel lui permet de puiser annuellement dans les stocks américains pour 3 milliards de dollars/an, soit proportionnellement... moins que l’Egypte ! Par ailleurs, des différends sérieux persistent entre les deux alliés, notamment sur la question des implantations ou sur la livraison par les Etats-Unis d’une flotte aérienne de combat à l’Arabie saoudite (mars 1978). Contrairement à son prédécesseur Jimmy Carter, le président Ronald Reagan, au pouvoir de 1981 à 1989, entretient une profonde sympathie pour Israël, entre autres de nature théologique, et en juin 1982 c’est avec l’assentiment de son administration que le gouvernement Begin lance une opération militaire d’envergure au Liban contre l’OLP.

C’est également sous la présidence Reagan, en pleine «petite» guerre froide avec l’URSS, que se mettent en place accord de partenariat stratégique, accord de libre échange économique, coopération militaire active et collaboration scientifique dans le programme dit de «guerre des étoiles». Mais le déclenchement de la première Intifada en décembre 1987 et surtout la reconnaissance de l’OLP par Washington (décembre 1989) jettent un froid sur les relations israélo-américaines ; de fait, George Bush père et son secrétaire d’Etat James Baker, liés aux lobbies pétroliers et goûtant peu la politique nationaliste des équipes Shamir qui se succèdent en Israël, exercent de fortes pressions sur Jérusalem : une garantie bancaire de 10 milliards de dollars destinée à l’intégration de centaines de milliers de Juifs d’URSS est ainsi conditionnée à leur installation hors des implantations. En janvier-février 1991, Israël subissant pourtant une attaque irakienne de Scud (guerre du Golfe), le président Bush père parvient à convaincre Yitzhak Shamir de ne pas riposter et ainsi de sauver la coalition internationale anti-Saddam. Le chef du gouvernement israélien s’exécute et, néanmoins, se voit contraint par Washington de participer à la conférence de Madrid en octobre.

Le renforcement des relations bilatérales n’intervient qu’en 1992, avec l’élection du travailliste Yitzhak Rabin (américanophile convaincu et ancien ambassadeur à Washington) en juin, et celle de Bill Clinton en novembre. Tout au long du processus d’Olso qui s’enclenche en 1993, l’Administration américaine agit selon une double logique complémentaire : d’une part, soutenir les pourparlers entre Israël et les Palestiniens et aider à la conclusion d’un accord de paix final ; d’autre part, renforcer le partenariat stratégique avec l’Etat hébreu. Enfin, sous l’Administration Bush fils, les gouvernements Sharon reçoivent un soutien sans précédent, en dépit de certaines divergences mineures.

Avec la chute de l’Union soviétique et le relatif effacement de la Russie héritière au Moyen-Orient, nombre d’observateurs avaient prédit une dévalorisation stratégique de la place d’Israël aux yeux du Pentagone et de la Maison-Blanche. Or la grande stabilité de son régime, le caractère démocratique de ses institutions et l’exceptionnelle puissance de frappe de Tsahal au coeur du Moyen-Orient sont autant d’éléments demeurant admis à Washington comme des avantages constants dans un environnement incertain.

Mais ces réalités ne doivent pas occulter un phénomène d’ordre affectif et théologique : la représentation extrêmement positive du sionisme et d’Israël entretenue par les milieux conservateurs liés à l’évangélisme. Surreprésentés chez les élites politiques, industrielles et financières, ils font une lecture événementielle du retour du peuple juif en Terre promise comme la réalisation des prophéties bibliques ; ce retour des Juifs en Eretz Israel et l’avènement d’un Etat hébreu puissant seraient annonciateurs de la Parousie. Il convient d’insister sur le fait que cette représentation intègre le champ de vision politique de Washington au Moyen-Orient, pas officiellement bien entendu mais à un niveau élevé. Or même chez les plus fervents sénateurs, secrétaires d’Etat, conseillers auprès de la présidence ou présidents, la sympathie pour Israël, fût-elle rationnelle ou affective, n’a jamais pris le pas sur une constante : les intérêts géopolitiques bien compris des Etats-Unis.

Par ailleurs, avec le recul du temps, il faut ajouter que le soutien américain à Israël depuis 1948, et surtout 1967, fut de type défensif plus qu’offensif, d’autant plus que Washington avait établi comme objectif de ne pas risquer une confrontation majeure avec le bloc soviétique au Proche-Orient. Enfin, notons que Washington ne sacrifia en aucun cas un partenariat et a fortiori une alliance avec un Etat arabe sous la pression d’Israël ou de ses soutiens aux Etats-Unis.

Réelle, bien que complexe, la relation privilégiée entre les Etats démocratiques d’Israël et des Etats-Unis d’Amérique mérite une observation pointue, raisonnée, voire critique, et non les fantasmes et diatribes de certains polémistes laïcs ou religieux, à droite comme à gauche.


(*) Géopolitologues, auteurs de Géopolitique d’Israël. Dictionnaire pour sortir des fantasmes (Seuil, 2004).

Monday, November 15, 2004

Sostres s’imposa

Que es mori
Avui, 08/11/2004.

És legítim o miserable alegrar-se de la mort d’algú? D’una banda encara aprecio trobar, més enllà de qualsevol ideologia, un punt de pietat que ens diferencia de les bèsties. I de l’altra, hi ha la qüestió de saber qui es mereix aquesta pietat. Va ser legítim o de mal gust que corrés el xampany quan va morir Franco? Qui es mereixia la pietat, llavors? El cadàver calent del dictador o els perseguits? Hi ha gent que no deixa alternativa. Plantegen les coses de tal manera que només la mort pot apartar-los d’un poder que no han aconseguit sinó que han usurpat, i que exerceixen amb despotisme i tirania. És el problema dels dictadors: que quan vols que marxin només els pots desitjar la mort. Si vols que marxi un president democràticament escollit, t’esperes a les properes eleccions i mires de convèncer la ciutadania que ha de canviar el sentit del seu vot. Però què fem amb els dictadors? Ells mateixos posen les normes del joc, i per això els detestem, perquè ens obliguen a operar amb els codis de la seva misèria i sí, a desitjar-los la mort. Un dels pocs consells que Clinton va donar-li a Bush després de les controvertides eleccions del 2000 fou que no es refiés d’Arafat, perquè era un terrorista i un corrupte que basava el seu poder en la destrucció de qualsevol intent de pactar i en l’espoli del seu poble. Bush li va fer cas i ha estat un dels grans encerts de la seva política internacional. La pietat que m’agrada trobar més enllà de qualsevol ideologia m’estimo més reservar-la per a les víctimes: per als palestins sotmesos i per als israelians amenaçats; i confesso que no me’n queda gaire per al botxí Arafat. M’aventuro a pronosticar una altra crueltat: l’enèsima decepció que tindrà la progressia occidental, devota d’Arafat, quan es demostri que un cop mort, fou molt més ràpid i molt més fàcil fer la pau.


Dues victòries i una concessió
e-noticies.com, 15/11/2004.

He decidit tornar a obrir la secció dels comentaris per celebrar la mort de l’Arafat i la victòria de Bush, i que al món hi ha avui un criminal menys i un governant que té clars quins són els valors d’Occident i que vol defensar-los. L’estupidesa amb què l’esquerra segueix sense entendre com funciona el món és aquests dies més graciosa que mai: les dificultats que va tenir la progressia per acceptar la victòria de Bush són les mateixes que té ara per entendre que la mort d’Arafat és una esplèndida notícia: els criminals, els tirans, els saquejadors del seu propi poble són gent que està molt millor morta. Cadascun dels euros que els antisemites ecopacifistes catalans i espanyols van enviar en algun moment cap a Palestina, aquests dies ja ha quedat clar on van anar a parar: als comptes corrents que Arafat tenia a l’estranger perquè la seva senyora pogués dur una vida de luxe a París mentre els palestins es morien de gana i de pràcticament tot. Aquest era el líder, senyores i senyors. El líder que potser ha mort de tenir la SIDA, per cert, cosa que naturalment no em sembla com per fer-ne broma. El que sí que em sembla una broma és que precisament l’esquerra i els diaris i els intel·lectuals d’esquerra hagin volgut dissimular aquesta possibilitat perquè encara que no ho diguin troben que és una mort poc decorosa. L’esquerra intentant tapar que pot ser que algú hagi mort de la SIDA: extraordinari. Ni Fraga en els seus temps de tirants més rígids. Per acabar queden les imatges del dia del funeral. Veient-les per la televisió no me’n va quedar cap dubte. No som cultures diferents, la nostra és superior i la seva és inferior. Prou comèdia: aquesta superioritat és justament el motiu pel qual si hi ha xoc de civilitzacions vull que la guerra la guanyem els millors: en defensa dels interessos de la Humanitat.

Monday, November 08, 2004

Theo van Gogh, assassinat

Maten a trets el director de la pellícula sobre l’assassinat de Pim Fortuyn



Amsterdam, 02/11/2004.— El polèmic realitzador i escriptor holandès Theo van Gogh ha estat assassinat aquest matí a Amsterdam. El cineasta acabava d’enllestir la pelllícula 0605, que explica la història de l’assassinat, el maig del 2002, del líder populista holandès Pim Fortuyn. Van Gogh, de 47 anys, ha rebut diversos trets per part d’un desconegut, que posteriorment ha mantingut un tiroteig amb agents de policia. Finalment, els agents l’han pogut detenir. L’agressor de Van Gogh i un policia han resultat ferits en l’intercanvi de trets.

Theo van Gogh, de 47 anys, era autor d’una vintena de pellícules, algunes molt polèmiques, com la seva última cinta, en què parlava de la violència contra les dones a les societats de l’Islam. El realitzador havia rebut diverses amenaces de mort després de l’estrena d’aquesta pellícula.

La cinta, que porta per títol Submission, comptava amb la participació d’un polític holandès d’origen somalí, Ayaan Hirsi Ali, que es troba sota protecció policial després que ha rebut diverses amenaces de mort.

La mort de Theo van Gogh es produeix a poc més d’un mes de l’estrena, a través d’internet, de la pellícula 0605, sobre l’assassinat del polític populista Pim Fortuyn, el maig del 2002. Fortuyn el van assassinar pocs dies abans de les eleccions holandeses en les quals era candidat.

* * *

Assassinat du réalisateur et écrivain néerlandais controversé Theo van Gogh

Amsterdam (AFP).— Le réalisateur, chroniqueur et écrivain néerlandais Theo van Gogh, auteur de plusieurs films controversés, dont son dernier sur l’islam, a été assassiné mardi à Amsterdam, et l’auteur présumé du crime a été arrêté, selon la police.

Le Premier ministre néerlandais Jan Peter Balkenende a demandé mardi que l’on ne tire aucune conclusion hâtive après l’assassinat plus tôt à Amsterdam du cinéaste et polémiste Theo van Gogh. “J’en appelle à chacun pour que l’on ne tire aucune conclusion hâtive”, a déclaré le M. Balkenende dans un communiqué, saluant “un champion de la liberté de parole”. “Il serait inacceptable que la liberté d’expression soit à l’origine de ce meurtre brutal”, a-t-il ajouté.

Selon les forces de l’ordre, Theo van Gogh a été d’abord poignardé, puis abattu de plusieurs balles, dans l’est d’Amsterdam. Une autre personne a été blessée lors des coups de feu.

Theo van Gogh, 47 ans, venait de terminer un film sur l’assassinat en 2002 du leader populiste néerlandais Pim Fortuyn.

En 2004, il avait également réalisé Submission, un film sur le Coran et la soumission de la femme, basé sur le scénario d’une parlementaire libérale d’origine somalienne, Ayaan Hirsi Ali, qui a fait de la lutte contre les dérives de l’islamisme envers les femmes son cheval de bataille.

Theo van Gogh était réputé pour ses prises de position souvent tranchées qu’il publiait sous formes de colonnes libres dans la presse ou sur son site internet. Il était régulièrement l’invité d’émissions télévisées où il faisait fureur avec ses opinions controversées. Il n’était pas rare qu’il quitte le plateau en claquant la porte.

Après Submission, le réalisateur avait recu des menaces et avait été placé sous protection policiaire. Il ne se souciait cependant pas de cette protection qu’il ne souhaitait pas, et ne s’était pas privé de semer ses gardes.

Il était l’auteur d’une vingtaine de films et de trois livres.

Note d’Occidentalis: «Islam: religion de tolérance ! Les néerlandais victimes de l’islamisation de leur pays ont désormais le choix entre la dhimmitude ou ... LA MORT ! Rendons hommage à cet homme qui osa critiquer l’islam. Si l’islamovigilance grandit dans ce Royaume de tolérance et de liberté, c’est peut être que le problème ne vient pas des “européens racistes”, mais bien ce cette religion barbare qui a notamment pour projet “De l’Islam en Europe à l’Europe musulmane”.

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Les Pays-Bas choqués par l’assassinat du cinéaste Van Gogh
Libération, 02/11/2004.

Amsterdam.— L’assassinat, mardi matin à Amsterdam, du cinéaste controversé Theo Van Gogh, arrière petit-neveu du peintre Vincent Van Gogh, a choqué les Néerlandais qui y voient une attaque contre la liberté d’expression. Le réalisateur néerlandais a été abattu alors qu’il circulait à vélo dans le centre d’Amsterdam. Un suspect a été arrêté sur les lieux du crime à la suite d’un échange de tirs durant lequel ce dernier et un policier ont été blessés.

De sources policières, on précise qu’il est âgé de 26 ans et qu’il possède la double nationalité néerlandaise et marocaine.

Pour les enquêteurs, il ne fait aucun doute que l’assassinat du réalisateur et éditorialiste était prémédité.

Theo Van Gogh, qui était âgé de 47 ans, était notamment l’auteur d’un film sur une musulmane mariée de force, violentée par son mari et violée par son oncle, dont la diffusion il y a quelques mois à la télévision néerlandaise lui avait valu des menaces de mort.

Van Gogh avait réalisé Soumission avec Ayaan Hirsi Ali, une réfugiée somalienne naturalisée néerlandaise, qui avait fui son pays à la suite d’un mariage arrangé.

Champion de la liberté d’expression pour les uns, provocateur pour les autres, il travaillait également à un documentaire sur l’assassinat en mai 2002 du dirigeant populiste néerlandais xénophobe Pim Fortuyn.

Près d’un million de musulmans vivent aux Pays-Bas, où ils représentent 5,5% de la population.

La représentation locale de la Ligue arabe, qui avait jugé le film insultant pour l’islam, s’est déclarée “absolument choquée” par l’assassinat de Van Gogh. “C’est horrible (...) les tirs et menaces de mort ne sont pas une manière d’amener les gens à penser différemment”, a déclaré Nabil Maruch, chef de la mission diplomatique panarabe.

“Van Gogh participait au débat public avec des opinions franches. Il était un champion de la liberté d’expression. Les Pays-Bas sont un pays où les gens peuvent dire ce qu’ils pensent. Nous devons tous soutenir cela”, a estimé pour sa part le Premier ministre, Jan Peter Balkenende.

Son assassinat intervient dans un contexte de radicalisation du débat politique aux Pays-Bas sur des questions comme l’immigration, l’intégration ou l’islam. Le député Geert Wilders, opposant à l’entrée de la Turquie dans l’Union européenne, a ainsi reçu des menaces de mort.

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Isabel Ferrer: Una pesadilla imprevista
El País, 08/11/2004.

Holanda se pregunta cómo un joven islamista aparentemente bien integrado pudo atentar contra el cineasta Van Gogh

Los Países Bajos perdieron hace dos años la inocencia con la muerte de Pim Fortuyn, el líder populista holandés tratado de ultraconservador por sus críticas contra el islam. Con el asesinato del cineasta Theo van Gogh la sociedad holandesa parece haber despertado a una realidad de pesadilla que amenaza con socavar los cimientos mismos del Estado de derecho.

El agresor de Fortuyn era holandés autóctono y resultó fácil tildarle de fanático solitario. La identidad de Mohamed B., el joven que el pasado martes le cortó el cuello a Van Gogh, es más inquietante. Nacido en Amsterdam y de origen marroquí, su trayectoria no difería de la de tantos jóvenes patrios. ¿Cómo pudo, entonces, fanatizarse hasta considerar a su víctima un blasfemo que merecía morir de forma ritual?

La respuesta a dicha pregunta está siendo buscada en todos los foros públicos, pero una cosa está ya clara. El Gobierno considera el crimen un atentado terrorista y el inicio de la yihad (guerra santa) en el país. Una contienda a la que la coalición de centro-derecha en el poder piensa responder con la desarticulación de los grupos radicales musulmanes que operen dentro de sus fronteras y la deportación de los agresores de doble nacionalidad. «Estamos ante gente que considera legítimo matar a otros por sus creencias religiosas. Es extremismo práctico, no sólo teórico, algo desconocido en la historia moderna de Holanda», dijo Gerrit Zalm, ministro de Finanzas, al anunciar que el Gobierno se sentía compelido a «declarar a su vez la guerra a los radicales islámicos que le amenazan».

En el análisis de las circunstancias que propiciaron la muerte violenta de Van Gogh la primera sorpresa la plantea la personalidad del agresor. Mohamed B. tiene 26 años y nació en un barrio inmigrante de Amsterdam con fuerte presencia marroquí. Tiene tres hermanas y dos hermanos y perdió a su madre por culpa del cáncer. Según sus vecinos, era un chico aplicado que consiguió un diploma de secundaria a los 17 años y colaboró en proyectos sociales del barrio. En su casa se habla bien holandés y la influencia de la sociedad en la que se ha criado le ha marcado claramente. Los expertos que analizaron el testamento que dejó apuntan un estilo similar a las rimas navideñas para conmemorar la llegada de san Nicolás.

El mensaje es bien distinto, claro, con versos como: «Ésta es mi última palabra / perforada por las balas / bautizada en sangre / como yo he deseado.» O bien: «Alá te dará el paraíso / en lugar de los escombros terrenales.» Y la despedida: «Queridos hermanos y hermanas / se acerca mi final / que no será el fin de esta historia.» Un adiós insólito para un chico que el Ministerio de Inmigración consideraría integrado por sus estudios y manejo de la lengua y por su conocimiento de los valores de la sociedad occidental. Alguien, en suma, que no encajaba en la listas de la inmigración tradicional con 460.000 personas que no hablan holandés y llevan décadas residiendo en los Países Bajos.

Según la policía, Mohamed B. había planeado morir como un mártir en la refriega que siguió al asesinato. Para las autoridades, tanto el testamento como la carta con amenazas de muerte contra la diputada liberal de origen somalí Ayaan Hirsi Ali —coautora con el fallecido del corto Submission, crítico con la posición de la mujer en el islam— y contra el Gobierno en general, demuestra que no actuó en solitario. Los informes sobre su paso por la mezquita El Tawheed de Amsterdam, considerada radical porque vendía libros promoviendo la yihad, la mutilación genital femenina o la muerte de los homosexuales, corroborarían las sospechas oficiales del adoctrinamiento del presunto asesino. Portavoces de El Tawheed han negado que el joven siguiera sus clases o acudiera a orar allí.

Los ministerios de Interior y Justicia cifran en cerca de 200 las personas que podrían tener contactos en Holanda con grupos de terroristas islámicos. Temen asimismo que Mohamed B. sea el resultado sangriento de las redes originarias de países como Libia, Mauritania, Argelia y Marruecos, que reclutan jóvenes para la lucha religiosa.

Con casi un millón de musulmanes censados (5,5% de la población holandesa) y unas 465 mezquitas, Paul Schnabel, director de la Oficina de Planificación, atribuye lo ocurrido a la lucha entre una fe religiosa que consideran superior y una posición inferior en la escala social. «Se usa a gente que no es libre en lo íntimo ni en su entorno», ha señalado. Un drama íntimo que puede favorecer la separación entre ellos y nosotros. Sobre todo cuando, según su oficina, los holandeses están preocupados por los problemas de la sociedad en la que viven, pero contentos con su vida privada.

Ataque a las mezquitas

Varias mezquitas holandesas fueron atacadas con botellas incendiarias ayer en Roterdam, Breda y Huizen, y en Amsterdam, un centro islámico apareció ayer manchado con pintura roja, a pesar de que buena parte de los imanes de Holanda condenaron el asesinato de Theo van Gogh en la prédica del viernes siguiente al crimen.

El cineasta se había labrado un nombre como provocador que no distinguía entre grupos sociales en sus críticas. Lo mismo ridiculizaba a los judíos que al islam o a cualquier comunidad y personaje famoso que mereciera su atención. A veces, su lenguaje rayaba lo soez, como cuando dijo que los musulmanes «lo hacían con las cabras».

Manifestantes de extrema derecha marcharon ayer en varias ciudades holandesas, mientras el Gobierno holandés pidió calma.

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Agentes españoles analizan los vínculos entre la célula de Achraf y un detenido en Holanda — El asesinato del cineasta Van Gogh fue ejecutado por islamistas dirigidos desde España
El País, 09/11/2004.

Las policías de España y Holanda investigan la relación entre los asesinos del director de cine Theo van Gogh y la célula islamista desarticulada en España y que pretendía atentar contra la Audiencia Nacional. La policía holandesa ya ha detectado un vínculo entre el supuesto autor material del crimen, Mohamed Bouyeri, y Samir Azzouz, que ha mantenido relación con varios de los autores del atentado de Casablanca que residían en España. Además, la policía española investiga los posibles vínculos entre Azzouz y dos miembros de la célula terrorista creada en la cárcel de Topas que vivían en Holanda.

La existencia de vínculos entre terroristas islamistas detenidos en España y en Holanda ha sido una constante en las investigaciones sobre el 11-M y sobre la célula de Achraf. Este último envió diversas sumas de dinero a varios puntos de Holanda, de donde procedían dos islamistas que supuestamente iban a colaborar con él en un atentado con gran cantidad de explosivos contra la Audiencia Nacional.
La policía holandesa investiga las posibles relaciones de la célula que asesinó al cineasta Theo Van Gogh, el pasado día 2 en Amsterdam, con miembros de la corriente Takfir Al Wijra (Anatema y Exilio), del que era seguidor Rabei Osman, El Egipcio (detenido en Milán como uno de los supuestos ideólogos del 11-M), y está interesada en conocer los vínculos del grupo que asesinó al director de cine con islamistas residentes en España. La relación más consistente es la del marroquí Samir Azzouz, detenido en 2003 cuando planeaba atentados en Holanda contra una central nuclear y el aeropuerto de Schipol.

El diario The New York Times asegura que Azzouz y Bouyeri habían sido investigados por las autoridades holandesas después de que visitaran juntos locales de Amsterdam frecuentados por islamistas radicales. Azzouz había sido detenido en 2002 cuando intentaba sumarse a la guerrilla chechena dirigida por Salaheddin Benyaich, Abu Muhgen, quien vivió en España al menos hasta 1999.

El hermano de Muhgen, Abdelaziz Benyaich, fue detenido en Algeciras el 14 de junio de 2003 por su supuesta implicación en los atentados de Casablanca, perpetrados el 16 de marzo de ese año y que causaron 45 muertes. Los hermanos Benyaich eran amigos de Jamal Zougam, supuesto autor material del 11-M. Y Azzouz, además, fue detenido en octubre de 2003 junto a otros cuatro marroquíes, poco después de que se interceptasen comunicaciones suyas encriptadas con otro marroquí, sospechoso de haber participado en los atentados suicidas de Marruecos, a quien The Wall Street Journal identifica con el nombre de Naoufel.

Lo que ahora se investiga es si Azzouz tuvo contactos con Ziani Mahdi y Mourad Yala, los dos falsificadores al servicio de Mohamed Achraf, el jefe de la célula creada en la cárcel de Topas (Salamanca). Yala, argelino apodado Abú Anas y supuestamente vinculado a Hamas, está relacionado, según los servicios holandeses de información, con las últimas células islamistas desarticuladas en dicho país. Su mano derecha es el afgano Ziani Mahdi, que hasta su arresto usaba un pasaporte holandés a nombre de Abdol Ghaffar Haschemi, y que es un experto en falsificaciones. Abu Anas fue detenido en Holanda y deportado a España en 2003 y se estableció en Almería con Mahdi.


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