Monday, December 20, 2004

Irshad Manji.— “Alá me hizo lesbiana, ¡y eso es maravilloso!”

Irshad Manji: “Alá me hizo lesbiana, ¡y eso es maravilloso!”
Entrevista de Víctor-M. Amela, La Vanguardia, 17/12/2004.

Tengo 36 años. Nací en Uganda y emigré a Canadá siendo niña. Soy periodista: durante años conduje un canal para homosexuales, Queer TV. Soy lesbiana: mi pareja de hecho se llama Michelle. No tengo hijos. ¿Política? ¡Derechos humanos! Soy musulmana: creo en un Alá compasivo, no en el intolerante que hoy propone el islam dominante.


Su familia no tenía la piel lo bastante oscura, y eso les obligó a huir de Uganda cuando Idi Amin Dada se erigió en tirano panafricanista. Ella tenía sólo cuatro añitos cuando arribaron a Canadá. Irshad bendice hoy al dictador africano: “¡Gracias a él caí en un mundo que me contaminó de libertad de pensamiento, democracia, preguntas, dudas...!”. Dudas incluso acerca de su religión, el islam. Así, en Canadá pudo su personalidad desarrollar todas sus potencias, intelectuales y sexuales... “De no haber salido de Uganda —me dice— hoy sería una de las varias mujeres de un hombre que me pegaría y para el que habría parido varios hijos...”. Irshad explica su vida de chica rebelde en Mis dilemas con el islam (Maeva), también en catalán en Els problemes de l’islam (Proa).


—¿Por qué es usted musulmana?

—Nací en una familia musulmana y fui educada en esa fe. Y la conservo. No soy tan devota como lo es mi maravillosa madre..., pero siempre he creído en Dios.


—En Alá.

Alá es una palabra árabe que significa el Dios, el Dios único. Mahoma está aludiendo al Dios único de judíos y cristianos.


—Judaísmo, cristianismo, islamismo: las tres religiones monoteístas.

—Con un mismo Dios. ¡Es triste que esto no se explique a los niños musulmanes, o que árabes y judíos descienden de Abraham!


—No crea que los niños cristianos lo saben.

—Pero hay una diferencia enorme entre el cristianismo actual y el islam actual...


—¿Cuál?

—Para el islam actual, el Corán es la palabra literal de Dios, y la última palabra, la definitiva. Y, por tanto, nos dicen que el Corán es intraducible, perfecto, superior. Se nos educa en la supremacía del islam: este complejo de superioridad impide que en el islam haya musulmanes moderados. Pero sí hay cristianos moderados o judíos moderados.


—O sea, que el islam permite una sola y única forma de ser musulmán. ¿Es eso?

—Sí. Muchos judíos y cristianos leéis vuestros textos sagrados como una guía, no de un modo literal. Pero si en el islam intentas tu propia lectura moderada del Corán..., te expones a represalias físicas, a la fatua...


—¿Le ha pasado eso a usted?

—He recibido amenazas e insultos por traidora, incluido el peor de todos: ¡judía! ¡Éste es el máximo insulto para los musulmanes en estos tiempos!


—¿Qué ha hecho usted para provocarles?

—Sólo leer el Corán y ser musulmana.


—¿Y qué ha encontrado en el Corán?

—Que lejos de ser claro y tajante, lejos de ser un monolito perfecto, el Corán está lleno de lagunas, es ambiguo, confuso y contradictorio. ¡Y a mí eso me parece maravilloso, no lo veo motivo para avergonzarse!


—Pero el Corán justifica la yihad,¿no?

—¿La llamada guerra santa? “¡Que no haya obligación en la religión!”, proclama el Corán. Y añade: “Quien mata a un ser humano debe ser considerado como si hubiera matado a toda la humanidad”.


—¡El Corán es pacifista, pues!

—¡Alto! A esta prohibición de matar, el Corán le admite una excepción...


—¿Cuál?

—Si matas “como castigo por asesinato u otra maldad”. Es terrible que el islam, hoy, haya optado por edificarse sobre esta excepción: es la que arropa a todos los Bin Laden, a los que deciden matar en nombre de Alá.


—Ellos deciden que el islam es esto..., ¿o es que quizá nunca ha habido otro islam?

—Sí lo hubo: hubo una tradición de tolerancia en el islam, como la del andalusí Averroes, una tradición llamada ijtihad.


—¿Ijtihad? ¿Y en qué consiste?

—Admite el uso del libre albedrío, la dialéctica, las preguntas, el debate... Se admite la ambigüedad alegórica del Corán y la posibilidad que abre de ser interpretado con la razón libre, sin encadenarse a su literalidad.


—Este islam ¿fue mayoritario alguna vez?

—Entre el 750 y 1250 d.C.: ¡justamente la edad de oro del islam! Entonces traducíamos a los griegos, debatíamos intelectualmente con hebreos y cristianos... ¡Entonces el islam era cabeza del espíritu investigador!


—Averroes, por cierto, era andalusí, ¿no?

—Sí. La libertad de Al Andalus asustó en Bagdad, que impuso la unidad política... Y eso, al final, derivó en unidad de criterio.


—¿Y qué criterio se impuso?

—El árabe. ¡El islam padece un imperialismo cultural árabe!: una tradición tribal en la que el individuo no cuenta ante el honor de la tribu, acaudillada por un jeque patriarcal.


—¿Y qué propone usted para el islam?

—Que se libere de ese yugo totalitario. ¡Debemos reformar el islam!


—La veo a usted como la Lutero del islam...

—Sólo digo lo que Mahoma dijo: que el islam es como nos comportamos los musulmanes. Y yo soy mujer, soy lesbiana y soy musulmana, así que... ¡esto es el islam!


—¿Los suyos no han intentado lapidarla?

—Trabajé en Queer TV, canal de televisión para homosexuales, y emití una lapidación de una chica lesbiana en Irán, para debatir. Llamaron musulmanes para insultarnos por “cerdos”, “perros” y “judíos”..., ¡pero ninguno llamó para denunciar la lapidación!


—¿Qué dice el Corán de los homosexuales?

—Es contradictorio. Pero hay una cosa que sí dice claro: que todo lo creado por Alá es maravilloso. ¡Y Alá me ha creado lesbiana, así que esto es maravilloso!


—También Alá ha creado a asesinos...

—Es muy diferente: el asesino ejerce su voluntad individual, porque puede asesinar o no..., y elige asesinar. ¡Pero yo nací así!


—¿Y qué dice su devota madre de eso?

—Me quiere tanto, tanto..., ¡que me quiere como soy! Es una madre maravillosa. Y muy valiente: ella tiene que soportar miradas y comentarios cada vez que va a la mezquita...


—La mujer en el islam lo tiene mal, encima.

Alá no tiene género, no es hombre ni mujer. ¡La mujer tuvo un lugar deferente en aquella otra época del islam! Porque la actual misoginia islámica no deriva del Corán, sino del tribalismo árabe: ¡eso es lo incompatible con la democracia, no el Corán!


—Quizá sería más cómodo dejar el islam...

—¡No!: la religión es enriquecedora... si la alejas del fundamentalismo. ¡Y yo tengo fe!


—Pues que tenga también mucha suerte...

—Yo insistiré. A mi madre le digo: “Mamá, no te confundas: que un imán esté enfadado no significa que Dios esté enfadado...”

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