Memòria profanada
Colectivos judíos de Barcelona denuncian la destrucción de una placa que recordaba el holocausto
La placa de la Shoá, en el cementerio de Montjuïc, fue destruida dos veces el pasado junio
La Vanguardia, 27/07/2004.
Sergio Heredia, Barcelona
Treinta y dos días después de que la placa en memoria de la Shoá, el Holocausto nazi, fuera profanada, el tótem sigue desnudo, ahí arriba, en el Fossar de la Pedrera, en el cementerio de Montjuïc. Los colectivos judíos de Barcelona están recogiendo fondos para restaurar la placa, una inscripción esculpida en hebreo cuyo valor simbólico y sentimental es incalculable. La noticia es novedosa, aunque no nueva: la placa, destruida en dos ocasiones el pasado junio, ya había sufrido ataques en otras épocas, como el 2002 y el 2003. Mientras la Policía, cuya comisaría de Sants-Montjuïc ha recogido las distintas denuncias, busca a los autores de la profanación, los colectivos hebreos opinan que Catalunya está penetrando en una inquietante fase de judeofobia, un fenómeno que se atribuye a las nuevas posturas antiisraelíes. “Están surgiendo nuevas formas de antisemitismo”, dice Perla Aufgang, presidenta de la Comunidad Judía Atid de Catalunya. “No se trata de hechos aislados, sino de ataques en distintos ámbitos”.
A pesar de que lleva diversos años padeciendo agresiones de características similares, la comunidad judía de Barcelona —una comunidad de cifras imprecisas: se calcula que en la ciudad viven entre 5.000 y 8.000 judíos; en total, España acoge a unos 14.000— nunca había sacado a la luz el problema. En Barcelona, hace meses que proliferan las agresiones antisemitas. Ha sido destruida una placa en hebreo de la calle Marlet (Ciutat Vella), en la antigua sinagoga del barrio del Call, pintarrajeada con pintadas propalestinas. Han surgido pintadas antijudías en diversas fachadas del barrio de Gràcia. Y en la Universitat de Barcelona, los profesores del Departamento de Semíticas se han enfrentado a sorpresas desagradables: grupos de desconocidos arrancaron las inscripciones con sus nombres que colgaban a las puertas de sus despachos.
Sin embargo, para los colectivos judíos, la profanación del tótem en memoria del Holocausto nazi, “la catástrofe”, es el novamás. “Nos sentimos profundamente heridos —dice Dalia Levinsohn, presidenta de la Comunidad Israelita de Barcelona—. Esa escultura (fue esculpida en 1995) nos recuerda qué significó el holocausto. En ese lugar, nuestros niños acuden a actos de la Shoá: los pequeños deben tener constancia del exterminio de la IIª Guerra Mundial”.
A lo largo de junio, la placa fue destruida en dos ocasiones. Tras el primer ataque, a principios de mes, los colectivos judíos y el Ajuntament de Barcelona se hicieron cargo de los gastos de la restauración, que alcanzaba los 2.500 euros. El tótem permanece en carne viva desde la segunda agresión, denunciada el 26 de junio. “A priori, podría considerarse el ataque de un grupo neonazi o incluso de islamistas radicales —dice Xavier Torrens, profesor de Ciencias Políticas de la UB—. Sin embargo, este acto antijudío probablemente no es ajeno a la nueva judeofobia europea y es obra de gente con posturas antiisraelíes, tanto de derechas como de izquierdas, que persigue la demonización de Israel”. Según Torrens, los grupos antisemitas no toleran ver al judío en posición de víctima, de modo que difaman la memoria del Holocausto para criminalizar a Israel. “Esto nunca, ni siquiera en los tiempos del franquismo, se había visto aquí”.
El fenómeno es relativamente nuevo en nuestro país, a diferencia de lo que viene sucediendo en Francia, el país europeo con mayor número de actos de violencia antisemita, según un informe del Parlamento Europeo. “La sociedad y las instituciones deben tomar conciencia del problema y deben trabajar para evitarlo —dice Perla Aufgang—. Nuestra comunidad tiene miedo de que se repita algo que ya debería pertenecer al pasado”.
La placa de la Shoá, en el cementerio de Montjuïc, fue destruida dos veces el pasado junio
La Vanguardia, 27/07/2004.
Sergio Heredia, Barcelona
Treinta y dos días después de que la placa en memoria de la Shoá, el Holocausto nazi, fuera profanada, el tótem sigue desnudo, ahí arriba, en el Fossar de la Pedrera, en el cementerio de Montjuïc. Los colectivos judíos de Barcelona están recogiendo fondos para restaurar la placa, una inscripción esculpida en hebreo cuyo valor simbólico y sentimental es incalculable. La noticia es novedosa, aunque no nueva: la placa, destruida en dos ocasiones el pasado junio, ya había sufrido ataques en otras épocas, como el 2002 y el 2003. Mientras la Policía, cuya comisaría de Sants-Montjuïc ha recogido las distintas denuncias, busca a los autores de la profanación, los colectivos hebreos opinan que Catalunya está penetrando en una inquietante fase de judeofobia, un fenómeno que se atribuye a las nuevas posturas antiisraelíes. “Están surgiendo nuevas formas de antisemitismo”, dice Perla Aufgang, presidenta de la Comunidad Judía Atid de Catalunya. “No se trata de hechos aislados, sino de ataques en distintos ámbitos”.
A pesar de que lleva diversos años padeciendo agresiones de características similares, la comunidad judía de Barcelona —una comunidad de cifras imprecisas: se calcula que en la ciudad viven entre 5.000 y 8.000 judíos; en total, España acoge a unos 14.000— nunca había sacado a la luz el problema. En Barcelona, hace meses que proliferan las agresiones antisemitas. Ha sido destruida una placa en hebreo de la calle Marlet (Ciutat Vella), en la antigua sinagoga del barrio del Call, pintarrajeada con pintadas propalestinas. Han surgido pintadas antijudías en diversas fachadas del barrio de Gràcia. Y en la Universitat de Barcelona, los profesores del Departamento de Semíticas se han enfrentado a sorpresas desagradables: grupos de desconocidos arrancaron las inscripciones con sus nombres que colgaban a las puertas de sus despachos.
Sin embargo, para los colectivos judíos, la profanación del tótem en memoria del Holocausto nazi, “la catástrofe”, es el novamás. “Nos sentimos profundamente heridos —dice Dalia Levinsohn, presidenta de la Comunidad Israelita de Barcelona—. Esa escultura (fue esculpida en 1995) nos recuerda qué significó el holocausto. En ese lugar, nuestros niños acuden a actos de la Shoá: los pequeños deben tener constancia del exterminio de la IIª Guerra Mundial”.
A lo largo de junio, la placa fue destruida en dos ocasiones. Tras el primer ataque, a principios de mes, los colectivos judíos y el Ajuntament de Barcelona se hicieron cargo de los gastos de la restauración, que alcanzaba los 2.500 euros. El tótem permanece en carne viva desde la segunda agresión, denunciada el 26 de junio. “A priori, podría considerarse el ataque de un grupo neonazi o incluso de islamistas radicales —dice Xavier Torrens, profesor de Ciencias Políticas de la UB—. Sin embargo, este acto antijudío probablemente no es ajeno a la nueva judeofobia europea y es obra de gente con posturas antiisraelíes, tanto de derechas como de izquierdas, que persigue la demonización de Israel”. Según Torrens, los grupos antisemitas no toleran ver al judío en posición de víctima, de modo que difaman la memoria del Holocausto para criminalizar a Israel. “Esto nunca, ni siquiera en los tiempos del franquismo, se había visto aquí”.
El fenómeno es relativamente nuevo en nuestro país, a diferencia de lo que viene sucediendo en Francia, el país europeo con mayor número de actos de violencia antisemita, según un informe del Parlamento Europeo. “La sociedad y las instituciones deben tomar conciencia del problema y deben trabajar para evitarlo —dice Perla Aufgang—. Nuestra comunidad tiene miedo de que se repita algo que ya debería pertenecer al pasado”.