Presos islàmics i d’EtA fan amistat
Presos etarras e islamistas festejaron juntos la masacre la mañana del 11-M
Ana del Barrio, El Mundo, 23/09/04.
Los presos islamistas de la cárcel de A Lama (Pontevedra) festejaron con reclusos etarras los atentados del 11-M. Esa misma mañana, uno de los internos que ejerce de emir en el centro penitenciario, invitó a café y té al resto de los internos del módulo V, entre los que se encontraban dos presos de la banda terrorista ETA, según denunciaron a EL MUNDO los funcionarios de la prisión.
Entre los reclusos de la banda terrorista ETA en A Lama, se encuentran Javier Ugarte Villar, condenado a 32 años de cárcel por el secuestro de Ortega Lara y Luis Mariñelarena Garciandía, sentenciado a 100 años de prisión por el asesinato del dirigente socialista Fernando Buesa.
El fatídico 11 de Marzo, los dos reclusos etarras estuvieron hablando toda la jornada con el preso integrista que actúa de emir —líder espiritual— y otros miembros islamistas. A los dos días, este imam fue sancionado y se le limitó su régimen de vida en la prisión. Sin embargo, tras el castigo por haber celebrado la masacre terrorista, el jefe musulmán regresó al mismo módulo.
Los funcionarios de la cárcel de A Lama denunciaron ayer a El Mundo la buena sintonía existente entre los 11 reclusos de ETA, los dos del GIA argelino y uno del 11-M, que, en la actualidad, están encarcelados en el centro de Pontevedra. «Hay una comunicación constante entre estos presos, aunque se aplica la política de dispersión. Pasean y charlan por el patio, se entienden y se respetan. Los islamistas, que no se suelen relacionar con nadie, se dan golpes en el pecho y hacen señales de saludo y respeto a los etarras», declaró Juan Figueroa, vicepresidente del sindicato ACAIP, que agrupa a los Cuerpos de la Administración de Instituciones Penitenciarias.
Además de los presos etarras, en A Lama están internados Osama Darra, detenido por su relación con los atentados del 11-M, y Sohbi Khouni, arrestado en el 97 por su vinculación con la organización terrorista argelina GIA junto a Allekema Lamari, presunto séptimo suicida de Leganés, y Abdelkrim Benesmail, que coincidió en la cárcel de Villabona con Antonio Toro Castro.
En la misma prisión también ha estado radicado uno de los más sanguinarios miembros de la banda terrorista ETA, Rafael Caride Simón, condenado a 790 años de cárcel por el atentado de Hipercor, y a otros 142 por un atentado con coche-bomba en el puerto de Barcelona, entre otros delitos.
A los funcionarios de A Lama les ha llamado la atención la relación demasiado cordial entre los reclusos islamistas y los etarras, ya que no se suelen relacionar con el resto de internos. «Se comunican y son afines. Tienen la misma ideología. El etarra no se comunica con los presos comunes», aseguró Rafael Moral, delegado de la Confederación Intersindical Gallega (CIGA) en A Lama.
En el presidio, existe un interno que ejerce las labores de imam mayor y otros dos presos que ocupan el cargo de coroneles, según su propia denominación. El núcleo duro está formado por otros 10 integristas que también actúan de imames y que tienen bajo su órbita a otros 120 internos musulmanes.
El festejo de los atentados del 11-M no ha sido el único incidente registrado en prisión. Cuando el 3 de abril se inmolaron los siete terroristas de Leganés, los reclusos integristas intentaron hacer un acto de apoyo a los suicidas y reivindicar, de paso, la salida del aislamiento del imam mayor.
Los funcionarios de A Lama lograron abortar esta acción y también tuvieron que sofocar un enfrentamiento entre los presos árabes y los españoles. Según el relato de un trabajador del centro gallego —que no quiso desvelar su identidad—, los internos musulmanes advirtieron a los españoles de que el suceso de Leganés no quedaría impune y amenazaron con que se iban a producir más atentados.
La tensión estaba a flor de piel y los funcionarios se tuvieron que emplear a fondo para separarlos y evitar la pelea. Es más, los trabajadores recibieron un chivatazo de los reclusos españoles de que los islamistas estaban planeando secuestrar a uno de los empleados de la prisión para exigir el fin del aislamiento del imam.
El sindicato ACAIP denuncia que este tipo de presos está perfectamente organizado y tiene una estructura jerárquica y militar: «Ellos consideran que están en guerra santa y dicen que por qué nos quejamos de 190 muertos cuando en Palestina ha habido muchos más. Su visión es lo que pasa en Irak o en Palestina. Esta situación se nos va de las manos», afirmó Figueroa.
Como muestra de esta organización, los integristas realizan entrenamiento militar en el patio haciendo simulaciones con escobas (a modo de fusil), tirándose al suelo y reptando. Los funcionarios del centro les prohibieron terminantemente este tipo de comportamientos.
Este núcleo duro coacciona al resto de reclusos y llega a imponer castigos físicos —como golpes en las plantas de los pies— a quienes no siguen al pie de la letra los dictados del Corán. Así, muchos internos marroquíes condenados por delitos menores acaban radicalizando en prisión sus ideas religiosas.
«A los líderes musulmanes les ingresan dinero y así ejercen su poder sobre el resto, que no tiene recursos. Les dan un préstamo de 10 euros y, la semana siguiente, les tienen que devolver el doble. Tienen un ejército de gente analfabeta y sin arraigo familiar», añadió Figueroa.
El sindicato ACAIP destaca el gran aumento de la población extranjera en A Lama, que ha pasado de 72 foráneos en 2002 a los 611 de la actualidad —unos 400 musulmanes—, sobre un total de 1.571.
Ana del Barrio, El Mundo, 23/09/04.
Los presos islamistas de la cárcel de A Lama (Pontevedra) festejaron con reclusos etarras los atentados del 11-M. Esa misma mañana, uno de los internos que ejerce de emir en el centro penitenciario, invitó a café y té al resto de los internos del módulo V, entre los que se encontraban dos presos de la banda terrorista ETA, según denunciaron a EL MUNDO los funcionarios de la prisión.
Entre los reclusos de la banda terrorista ETA en A Lama, se encuentran Javier Ugarte Villar, condenado a 32 años de cárcel por el secuestro de Ortega Lara y Luis Mariñelarena Garciandía, sentenciado a 100 años de prisión por el asesinato del dirigente socialista Fernando Buesa.
El fatídico 11 de Marzo, los dos reclusos etarras estuvieron hablando toda la jornada con el preso integrista que actúa de emir —líder espiritual— y otros miembros islamistas. A los dos días, este imam fue sancionado y se le limitó su régimen de vida en la prisión. Sin embargo, tras el castigo por haber celebrado la masacre terrorista, el jefe musulmán regresó al mismo módulo.
Los funcionarios de la cárcel de A Lama denunciaron ayer a El Mundo la buena sintonía existente entre los 11 reclusos de ETA, los dos del GIA argelino y uno del 11-M, que, en la actualidad, están encarcelados en el centro de Pontevedra. «Hay una comunicación constante entre estos presos, aunque se aplica la política de dispersión. Pasean y charlan por el patio, se entienden y se respetan. Los islamistas, que no se suelen relacionar con nadie, se dan golpes en el pecho y hacen señales de saludo y respeto a los etarras», declaró Juan Figueroa, vicepresidente del sindicato ACAIP, que agrupa a los Cuerpos de la Administración de Instituciones Penitenciarias.
Además de los presos etarras, en A Lama están internados Osama Darra, detenido por su relación con los atentados del 11-M, y Sohbi Khouni, arrestado en el 97 por su vinculación con la organización terrorista argelina GIA junto a Allekema Lamari, presunto séptimo suicida de Leganés, y Abdelkrim Benesmail, que coincidió en la cárcel de Villabona con Antonio Toro Castro.
En la misma prisión también ha estado radicado uno de los más sanguinarios miembros de la banda terrorista ETA, Rafael Caride Simón, condenado a 790 años de cárcel por el atentado de Hipercor, y a otros 142 por un atentado con coche-bomba en el puerto de Barcelona, entre otros delitos.
A los funcionarios de A Lama les ha llamado la atención la relación demasiado cordial entre los reclusos islamistas y los etarras, ya que no se suelen relacionar con el resto de internos. «Se comunican y son afines. Tienen la misma ideología. El etarra no se comunica con los presos comunes», aseguró Rafael Moral, delegado de la Confederación Intersindical Gallega (CIGA) en A Lama.
En el presidio, existe un interno que ejerce las labores de imam mayor y otros dos presos que ocupan el cargo de coroneles, según su propia denominación. El núcleo duro está formado por otros 10 integristas que también actúan de imames y que tienen bajo su órbita a otros 120 internos musulmanes.
El festejo de los atentados del 11-M no ha sido el único incidente registrado en prisión. Cuando el 3 de abril se inmolaron los siete terroristas de Leganés, los reclusos integristas intentaron hacer un acto de apoyo a los suicidas y reivindicar, de paso, la salida del aislamiento del imam mayor.
Los funcionarios de A Lama lograron abortar esta acción y también tuvieron que sofocar un enfrentamiento entre los presos árabes y los españoles. Según el relato de un trabajador del centro gallego —que no quiso desvelar su identidad—, los internos musulmanes advirtieron a los españoles de que el suceso de Leganés no quedaría impune y amenazaron con que se iban a producir más atentados.
La tensión estaba a flor de piel y los funcionarios se tuvieron que emplear a fondo para separarlos y evitar la pelea. Es más, los trabajadores recibieron un chivatazo de los reclusos españoles de que los islamistas estaban planeando secuestrar a uno de los empleados de la prisión para exigir el fin del aislamiento del imam.
El sindicato ACAIP denuncia que este tipo de presos está perfectamente organizado y tiene una estructura jerárquica y militar: «Ellos consideran que están en guerra santa y dicen que por qué nos quejamos de 190 muertos cuando en Palestina ha habido muchos más. Su visión es lo que pasa en Irak o en Palestina. Esta situación se nos va de las manos», afirmó Figueroa.
Como muestra de esta organización, los integristas realizan entrenamiento militar en el patio haciendo simulaciones con escobas (a modo de fusil), tirándose al suelo y reptando. Los funcionarios del centro les prohibieron terminantemente este tipo de comportamientos.
Este núcleo duro coacciona al resto de reclusos y llega a imponer castigos físicos —como golpes en las plantas de los pies— a quienes no siguen al pie de la letra los dictados del Corán. Así, muchos internos marroquíes condenados por delitos menores acaban radicalizando en prisión sus ideas religiosas.
«A los líderes musulmanes les ingresan dinero y así ejercen su poder sobre el resto, que no tiene recursos. Les dan un préstamo de 10 euros y, la semana siguiente, les tienen que devolver el doble. Tienen un ejército de gente analfabeta y sin arraigo familiar», añadió Figueroa.
El sindicato ACAIP destaca el gran aumento de la población extranjera en A Lama, que ha pasado de 72 foráneos en 2002 a los 611 de la actualidad —unos 400 musulmanes—, sobre un total de 1.571.
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